En enero de este año, me encontré un clavel. En el jardín de doña Pina. Faltaban muchos meses para el cumpleaños de mi tía Olga, pero lo fotografié y se lo guardé. Por fin le había encontrado su flor favorita.
Hoy no tengo que salir a la calle a buscárselo. Hoy me quedo en casa, mirando por la ventana. Hay resolana. El cielo está blanco de nubes y hay viento. Poco. Las hojas, amarillas y cafés, tiemblan. Algunas caen y van danzando en el aire hasta llegar al piso. Me encantaría capturar alguna con mi cámara. En ese viaje.
Y te extraño, tía, como siempre. Durante tantos años. Extraño tus consejos, aunque a veces fueran extremos. Extraño nuestra confianza. Extraño tus cafés con leche y tu salsa de tomate verde, tus tostadas y tu tinga. Los jueves de comida en tu casa. Extraño el espacio seguro de tu amor. Y lo tengo dentro. Ese lugar calientito donde soy como soy y está bien.
Te beso. Te abrazo. Te recuerdo.
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