martes, 24 de marzo de 2020

Cosas que suceden en mi ventana


  • Pasa una parvada de pájaros. El sol de la tarde los ilumina uno a uno. Es como una cinta de plata dividida en dos colas que va abriendo el cielo azul. 
  • La lluvia cae tan fuerte que la escucho, a pesar del doble cristal. Qué alivio.
  • Los ladrillos de los edificios tras los árboles, en la misma calle donde vivo, pero del otro lado, cobran vida al atardecer.
  • Las nubes blancas sobre el cielo parecen fijas, como el tiempo. Pero cuando me distraigo, cambian de forma. O desaparecen.
  • Me pregunto qué carajos estoy haciendo aquí, en el sexto piso de un edificio madrileño, en casa ajena. Con gente ajena. Como me es imposible encontrar una respuesta, dejo ir la pregunta.
  • La vecina (¿o será el vecino?) del penthouse de enfrente, recorre su infinito pasillo con una rapidez inusual. Muy erguida. Con la capucha de su sudadera colgando atrás. Desaparece. Luego reaparece, casi corriendo, o deslizándose en sentido contrario.
  • Casi a media noche, el cielo se despeja y se adivina azul tras las nubes rasgadas. Un trozo de nube, sostiene una estrella. Y, más allá, una de las grúas del Bernabéu emite destellos en la oscuridad. Sin razón alguna.
  • El sol de la mañana entra rotundo. Violento casi. Todo luz. Todo calor. He de bajar la persiana (el estor, como recién aprendí a decir). Me rehúso a bajar el toldo, aunque tenga que hacer un esfuerzo extra para ver la pantalla de mi computadora.

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