Hoy cumples 57 años. Es Domingo de Ramos. (Recién escuchabas desde el balcón los carrillones de las iglesias cercanas, que supones estarán vacías, salvo por el encargado de tocar.) Estás muy lejos de la tierra donde naciste. Es la segunda vez que cumples años de este lado del mundo. (La primera fue hace 37 años, en Ámsterdam.)
Recuerdas, porque te lo contaron, que naciste en un Viernes de Dolores. Tu abuelo Óscar quería que te pusieran «Lolita», o que te dijeran así. Mejor que tus padres optaran por el nombre de tu abuela. También recuerdas que hace 5 años, tu cumpleaños fue el Domingo de Pascua y estabas en Chimal. (Qué cosas tan raras recordamos.)
Por supuesto que no recuerdas cómo fue el día en que naciste. Se supone que fue en la tarde, alrededor de las 4:20. De ese día te queda una cicatriz, que te ha acompañado toda la vida, en el muslo derecho. Te contaron que tu pediatra, para facilitarle las cosas a tu madre, decidió cortarte los restos del cordón umbilical en lugar de dejarlo secar solito. Y cuando estaba en plena empresa, con unas tijeras gigantescas, tú encogiste tu patita y el corte te lo hizo en el muslo. Menuda ayuda. Supones que te dolió. Siempre has llevado esa marca, que parece un ángel de alas largas. Al crecer tú, se ha hecho más pequeño pero siempre está contigo.
Hoy vino Sócrates, el rider a quien le tocó traerte a casa el regalo de tus influencers, las mejores amigas del máster: cervezas para un regimiento. Cuando Sócrates te preguntó si las habías pedido tú, le dijiste que no, pero que seguro eran de tus amigas porque era tu cumple. Y era guapo Sócrates, aunque no te felicitara por lo del cumple. Y tú, después de recibir las birras, te duchaste, despacito, disfrutando, y después optaste por ropa de verdad, en lugar de pijama, y los aretes que tú misma te regalaste (los tenías listos desde diciembre en que te enamoraste de ellos en el bazar navideño de Recoletos, en el puesto de un artesano que parecía un pirata de los que luchan contra pulpos en el mar).
Hoy, a pesar del confinamiento, pasaste un mucho mejor día de lo que habías imaginado. Ana te preparó huevos rellenos para comer. Y tuviste un alfajor con velitas. Hablaste con amigas de allá y de acá y brindaste en línea. Tu hijo y su novia te prepararon un pingüino de cumpleaños, con vela y todo, y te cantaron las mañanitas.
Hoy cumples 57 años y celebras la vida a pesar de la vida. Y eso es un gran regalo.
Aquí algunas imágenes de la jornada:
Yare y Santiago y el pingüino cumpleañero |
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