martes, 11 de agosto de 2020

en Barcelona 2


Ayer bajamos mi amiga Joana y yo a Barcelona. Bueno, así digo yo, aunque en realidad vivimos en Barcelona, pero en uno de los barrios pegados a la montaña y, técnicamente, al ir al centro, se baja hacia el mar. Teníamos varios planes y cuando volvíamos a casa en el metro, hicimos un recuento de lo logrado, que, según Joana, fue poco. A mí me parece que fue suficiente:

1. Conocí finalmente a la Carmela, la de Plensa, llegando al Palau de la Música. Y descubrí que en la mañana no le da la mejor luz (eso es cierto), pero yo digo que alguna foto habrá valido la pena, aunque a mi amiga no se lo parezca. (Ya volveremos de tarde a ver si tenemos más suerte con la luz.)

la trenza de la Carmela














2. Averigüé que se puede hacer una visita guiada al Palau de la Música por 14 euros. (Quizá valga la pena. Seguro valdrá la pena, pero hoy no teníamos tiempo.) De momento, la mejor imagen fue un detalle del trencadís que adorna diversos muros del edificio.












3. Nos tomamos un café, buenísimo, en la terraza del Palau y el mesero (camarero, que dicen acá) nos contó que hay conciertos algunas noches ahí mismo (planeamos ir el próximo jueves). En las puertas vidriera, cerradas ahora a cal y canto, se reflejaba el edificio de enfrente.












4. Finalmente, fuimos a visitar una librería nueva, la Ona, que Joana quería conocer y la encontramos cerrada por vacaciones. (Así es el verano acá.) Podremos ir después del 23 de agosto. Ahí ya no saqué ninguna foto. Pero eso sí, seguí mapeando Barcelona y acabando de asentarme en esta ciudad, medio vacía y medio cerrada, más por la pandemia que por el verano, me explica mi amiga.


5. De vuelta, en el metro claro, fuimos al mercado, por algo para la comida, y al estanco, por una tarjeta de transporte para mí. Quizá estos fueron los momentos más exitosos de nuestra mañana.

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