Y estoy en cuernavaca. Más o menos. Estoy. No del todo aún. Quizá nunca lo esté. Quizá eso sea un paso más en el camino.
Who knows.
Echo de menos el otro lado del Atlántico. Amigas. corazones. Cañas. Risas. Olas. Lunas.
Imagino otras vidas de este lado. Montañas. Jardines. Gatas. Gallinas. Corazones. Amigas.
Estoy triste. Agradecida. Un pelín asustada. Sintiéndome sola. Sabiéndome acompañada. Intentando no tener demasiada esperanza ni demasiado miedo. Algunos sueños. (Las criaturas esperan para continuar su camino.)
Y en el balcón de esta casa que parece querer dejar de ser mi casa (o quizá no), la piedra florece una vez más.
Y en su florecer me abre un espacio en el pecho.
Gracias, piedra.
Gracias, mundo.
Gracias, vida.
Gracias, 2020.
Sin duda mucho que reflexionar en los aprendizajes de este año, lo que sigue en confianza de que se acomode poco a poco esta revolución. Espero vernos pronto, y que sea un año luminoso y nutriente. Un abrazo desde el corazón
ResponderBorrarQue sea luminoso y nutriente también para ti, amiga. Ojalá nos veamos pronto. Va un abrazo apapacho amoroso.
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