El día en que vuelve la luz. En que, ancestralmente, se invoca a la primavera. El día en que al año le quedan 333 días. Y se celebra la fertilidad de las tierras por el principio del fin del invierno. En zonas más al norte que la nuestra, donde no hay un invierno invierno.
En mi balcón, ayer, la luz hizo gala de estar volviendo, casi cegadora, aunque en realidad no se haya ido nunca.
Y hoy, de regreso de Tepoz, tan bonito Tepoz (qué suerte que mi dentista esté allá), nos encontramos Santiago y yo con dos puestos de sillitas en la calle principal de Ocotepec. Claro, dije yo, hoy es el día cuando se viste al niño Jesús y se le sienta y se le presenta en el templo. La apropiación católica del rito pagano.
Y hoy no habrá tamales. Ni mezcal. Ni Madrid.
Habrá despedida y un poco de oscuridad.
Pero la luz volverá...
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