miércoles, 10 de marzo de 2021

Dawa

 

Dawa significa luna en tibetano. Y se usa como nombre propio.

Hace unos años, mi comadre me habló un día para decirme que había adoptado una gatita. No me acuerdo si me pidió que le diera un nombre o si el ofrecimiento salió de mí, pero el caso es que le propuse llamarla Dawa y le encantó. La Dawa vivió una vida corta, tanto así que yo no llegué a conocerla en persona. En uno de esos momentos tristes e inexplicables de la vida, la Chara, la preciosa y querida perra de mi comadre, la atacó y la mató. No sabemos por qué; no lo había hecho nunca con otros gatos con los que había convivido. A partir de ese momento, María Eugenia le aplicó a la perra la ley del hielo. La alimentaba, pero no le hablaba ni se relacionaba con ella. La muerte de la Dawa había sido muy dolorosa. Un día, llegamos Santiago y yo de visita y vimos a la Chara muy mal, deprimida, muriéndose de algún modo. Convencimos a María Eugenia de que ya era momento de perdonarla. Y la perdonó. La Chara vivió varios años más y convivió con la siguiente gata, la Cleo, por Cleopatra, por sus ojos de faraona egipcia.

A finales del año pasado, allá por Navidad, mi amiga Elena se encontró con que una de las gatitas callejeras a las que alimentaba durante sus paseos matutinos tenía la pata rota. Decidió ayudarla. Recaudó fondos y consiguió que una veterinaria la operara. Hubo que quitarle la pata, pues ya tenía una infección muy avanzada. Elena la nombró Choki (de Chokyi, también en tibetano), y empezó a buscar quién podría adoptarla una vez que se recuperara de la cirugía. Yo me ofrecí y el día que la fui a conocer propuse agregar otro nombre a su nombre, que a mí me traía asociaciones poco agradables, y pensé en Dawa, porque me encanta y para hacerle honor a la Dawa de Chimal. La adopción se prolongó porque había que esterilizarla también. El caso es que para cuando se suponía que se vendría a mi casa, la veterinaria llamó diciendo que había otra persona interesada en adoptar a esta segunda Dawa. Era una mujer sola, viuda reciente, que necesitaba la compañía. Yo accedí, no sin cierta tristeza, pero pensé también que no era el momento idóneo para traerla a casa, a medio proceso de de recuperación de la fractura y cirugía de nariz, y que si alguien más la necesitaba, adelante.

Hace unos cuantos días supe por la misma Elena, que esta Dawa ya no es Dawa. Su nueva dueña le cambió el nombre. No sé cómo se llama ahora y tampoco sabemos mucho más de ella. Pero siendo como es una gatita guerrera, confío en que le irá bien en la vida. Y quizá a la mía llegue en algún momento una tercera Dawa, una luna que ande por ahí en algún lugar o en algún tiempo.


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