miércoles, 5 de mayo de 2021

5 de mayo

Imposible no pensar en mis papás un día como hoy. Es parte del imaginario familiar. Supongo. El 5 de mayo era su día. Hoy lo habrían celebrado 59 veces, a sus 86 años, si hubieran llegado, lo cual no era impensable. Pero no llegaron. Ninguno de los dos. De haberlo hecho, yo creo que se hubieran seguido celebrando Yo creo que habrían seguido juntos, por ello no me parece tan descabellado celebrarlos yo y honrar así mis orígenes. Seguir reconciliándome.

 En mi casa tengo un par de fotos de ellos a la vista, digamos.


 En esta están de luna de miel en Sevilla. No tengo idea quién la tomó —quizá un paseante que se encontraron— ni con qué cámara. No me acuerdo tampoco cuándo llegó a mis manos ni si yo la enmarqué o ya venía así. Sí recuerdo que contaban que su luna de miel había durado, por lo menos, un par de meses y la estancia más larga había sido en España. Tendrían a la sazón 28 años, 30 menos de los que hoy tengo yo. Tres más de los que cumplirá mi hijo el próximo agosto. Y sonreían mucho, sobre todo ella, quizás no nada más para la cámara. Quizás fueron felices, aun momentáneamente.

 


 


Y acá están en el claustro de alguna iglesia o convento en México. Quizás en Querétaro. Más o menos a sus 50 años de edad. Es posible que la foto la tomara yo, con la Retinette de mi papá, que quizá ya era mía. Es posible que haya sido en la temporada de Navidad, cuando solíamos viajar juntos los cuatro. Mi papá sonríe más aquí que ella, que aparece más como la recuerdo: seria, triste. Tendrían, sin saberlo, unos 14 años por delante para compartir su vida.

 




Hoy les dejo estas flores bañadas por el sol de esta mañana suya, deseando que hayan encontrado o estén en camino hacia un espacio feliz y libre de sufrimiento.

 


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