Hace unas cuantas noches, en medio de una crisis de salud, tuve un sueño. Estábamos en Cuernavaca, en la casa de mi abuela Rosa. Bajábamos a la barranca. Adrián llevaba a Santiago bebé y me decía que se iba a meter con él al río, que no me preocupara. Que volviera arriba y ellos me alcanzarían.
Le hacía caso, pero estaba inquieta. Me encontraba con gente que hablaba mucho. A veces se dirigían a mí y a veces, no. Entonces, me enfilaba hacia la barranca de nuevo. Me daba cuenta que Adrián y el bebé no habían salido del agua. Me tiraba para salvar al niño. Al salir con él, resultaba ser ella: una bebé.
Quizás era yo salvándome a mí misma.
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