martes, 21 de septiembre de 2021

(fragmentos de) sueños 28 y 29.

  • Había estorninos en el cielo (starlings, me traducía a mí misma). Muchísimos. En las bandadas con las cuales dibujan nubes-negras-que-parecen-seres en el cielo de Europa. Pero en mi sueño lo hacían aquí, de este lado del charco y yo quería dejar constancia de ello. Sacaba mi camarita rosa para fotografiarlos, pero la cámara no respondía. Quizá era la camarita anterior. La nieta de Dasha, promesa de Dasha misma, andaba cerca.
  • Cuando ya no había estorninos, el cielo se empezaba a llenar de tiburones. Yo sabía que eran proyecciones en 3D. No sabía quién era el responsable de lanzarlas. No eran reales, pero me asustaban.

  • Entraba a un salón de mi escuela de toda la vida, como estudiante, a mi edad actual. El maestro resultaba ser un exalumno mío de inglés de mi época del CELE de la UNAM, a nuestra edad de entonces. (Él, MA, fue mi primer beso, mis primeros besos). Mis compañeros de clase eran mis antiguos estudiantes de secundaria. Se reían cuando yo le daba, torpemente, un beso en la mejilla a MA y le preguntaba qué hacía allí, enseñando literatura  si había estudiado física.
  • Ya empezada la clase (o cuando estaba por terminar), un compañero de la primaria, A, que tenía la edad de entonces y la edad de hora y que era del otro grupo, entraba al salón pidiendo ayuda con algo. Yo titubeaba y, cuando estaba a punto de irse, le gritaba para ofrecerle esa ayuda. No sé si lograba dársela. Me preocupaba que el maestro me regañara por interrumpir la clase.

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