En lugar de preguntarnos: “¿Cómo puedo encontrar seguridad y felicidad?”, podríamos preguntarnos: “¿Puedo tocar el centro de mi dolor? ¿Puedo sentarme con el sufrimiento, tanto el tuyo como el mío, sin intentar hacerlo desaparecer? ¿Puedo permanecer presente con el dolor de la pérdida o la desgracia —de la decepción en sus múltiples formas— y dejar que me abra?” Esta es la clave.
Original en inglés y fuente, aquí. Traducción al español e imagen, mías.
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