sábado, 1 de enero de 2022

¡Bienvenido, 2022!

 


Así empezamos el año hace unas cuantas horas. En Salto Chico. Juntos. Con familia. En familia. Qué mejor manera de seguir resignificando el término que  para mí prácticamente había perdido todo sentido al paso de los años (o había adquirido incluso un sentido peyorativo).

Hoy, y desde hace tiempo sin haberlo asumido plenamente, familia son amigos. Como Ángeles con quien llevamos alrededor de 20 años de amistad, amistad que se ha derramado a nuestros hijos. O como Frida, desde hace unos 10, cuando empezamos como maestra y alumna, hasta que la cosa se transformó, también, en amistad y desde esta pasada navidad, se profundizó aún más, reflejando la convivencia de todo el año e incluyendo a su Frida mamá, y a Lupita, a Cecilia, a Luz, a Alexa, a Fabi, a Emilio. Y, por supuesto, familia es mi hijo y es Yare, mi nuera. Todos juntos ayer, sin demasiada planeación, pero con harto cariño.

Jugamos. Comimos. Brindamos. Bebimos. Agradecimos. Y seguimos jugando. 

Y hoy, durante el retiro de invierno, otro amigo y guía, Mitra Mark, me recordó este verso/instrucción del poema "Midnight Freedom" ("Libertad a la media noche") de nuestro maestro, Dzogchen Ponlop Rinpoché, que ilustra con precisión mi experiencia de este fin de año y es un recordatorio buenísimo para el año que empieza:

If you want to be loved, don't forget to open your heart 

*

Si quieres ser amada, no olvides abrir tu corazón


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