lunes, 7 de febrero de 2022

Comprar yogur, aprender a soltar


A veces la vida nos sorprende regalándonos una enseñanza donde menos la esperábamos. Cuestión de estar atentas. Claro.

Pasamos el finde en Chimal, adonde fuimos a festejar La Candelaria en el Día de la Constitución. De regreso a casa de mi comadre, tras la comida en la Quinta Covadonga, nos detuvimos a ver si podíamos comprar yogur. Nadie nos abrió la puerta. Pero mi comadre había conseguido el número del repartidor, así que le habló y le contestaron y me lo pasó y le pedí dos litros de yogur sin azúcar: uno con tapioca (para mí), otro con manzana y trigo (para el hijo y la nuera). Para mañana antes de las 12, le pedí, que nos vamos de vuelta a Cuernavaca. Sí, no se preocupe, me contestó.

Y me olvidé del asunto. Las últimas veces habíamos intentado hacer la misma compra sin éxito alguno.

Ayer domingo, mientras mi comadre preparaba el desayuno y nosotras le ayudábamos, sonó la campana. El yogur, pensé. ¡El yogur!, exclamó mi comadre. Y sí, era el yogur. Increíble pero cierto. Salí, recogí los dos litros, pagué, agradecí.

Y entonces me hice consciente de la alegría que me daba haber podido finalmente comprar el yogur para traer a casa. Pero lo que la hacía más alegre y espaciosa, me di cuenta, era el hecho de que había soltado yo toda expectativa. (Ni me acordaba que habíamos pedido yogur.) Y con la expectativa, se había ido también el sufrimiento, de la espera, de la posible desilusión. (Si no hubiera llegado, no me habría enojada ni me habría acordado de decepcionarme.)

Ojalá pueda llevar la experiencia del yogur a otros ámbitos de la vida, donde sigo esperando demasiado, que un poco de espera o planeación no hacen daño. Es cuando se nos pasa la mano que nos generamos sufrimiento y dolor innecesarios.

Aquí, de pilón, unas flores inesperadas en la casa de Elizabeth:





2 comentarios:

  1. Esa experiencia me recuerda que sí podemos vivir pedazos de cielo en la tierra!! Hacerlo más frecuente es el trabajo! Besos 💋

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    1. Estabilizar la experiencia, como dice mi maestro de meditación. Besos de vuelta. ¿Cuándo nos vemos?

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