jueves, 25 de agosto de 2022

vecino, na

 Del lat. vicīnus, de vicus 'barrio', 'aldea'.

1. adj. Que habita con otros en un mismo pueblo, barrio o casa, en vivienda independiente. U. t. c. s.

2. adj.  Que tiene casa y hogar en un pueblo, y contribuye a las cargas o repartimientos, aunque actualmente no viva en él. U. t. c. s.

3. adj. Que ha ganado los derechos propios de la vecindad en un pueblo por haber habitado en él durante el tiempo determinado por la ley.  U. t. c. s.

4. adj. Cercano, próximo o inmediato en cualquier línea.

5. adj. Semejante, parecido o coincidente.

medio, dia vecino, na

1. m. y f. vecino que tiene el derecho de media vecindad.

vecino mañero

1. m. vecino que en el siglo XVIII, conservando su vecindad, buscaba otras nuevas con el objeto de no sufrir las cargas vecinales en ninguna y disfrutar de las ventajas en todas.


Hoy copio la entrada completa (salvo 3 expresiones que contienen el término) que la RAE dedica a esta palabra, porque me sucedió que, al ir leyendo las diferentes acepciones, sentí como que viajaba no solo en el espacio, sino sobre todo en el tiempo. El protagonista de las definiciones es el "pueblo", como si estuviéramos en la Edad Media o en la época anterior a la Revolución en México. En cualquier caso, así me supo a mí. Eso sí, "vecinos mañeros", o sea, quienes sacan partido de las situaciones para beneficio propio, los sigue habiendo en todos los lugares.

Mis vecinos, además de quienes viven en los otros 71 departamentos de La Arboleda, con  quienes suelo interactuar lo mínimo necesario, son los seres que me encuentro en mis caminatas casi diarias por el condominio: las dos gatitas grises atigradas (madre e hija), bastante silenciosas, y el Chillón, alias Benito, de color blanco con manchas grises, que maúlla como si no hubiera un mañana; los  zopilotes que surcan el espacio y a veces descansan en los techos de los edificios; las golondrinas que surcan el espacio más cercano a la tierra y al vuelo toman agua de la alberca; los zanates (machos de tono azulado y hembras de tono pardo), a los que de niña llamaba erróneamente urracas, que hacen gran alharaca sin motivo aparente. También hay otros pájaros: primaveras de pecho amarillo, tortolitas jaspeadas e incluso uno que otro cotorrito. En el terreno del fondo, merodean ardillas sagaces, lagartijas rapidísimas, e incluso alguna vez llegué a ver una iguana . Y entre las hojas, entre los cables o aun en algún balcón, a veces me encuentro arañas (negras, rojas, rojas con amarillo, verdes claro) con sus telarañas, que me recuerdan a las formas que dibujaba yo de niña con mi espirógrafo.

Y luego, de repente, aparecen seres esporádicos. Pasajeros. Que un momento están y al siguiente ya no. Vecinos volátiles que adornan mi paseo, matutino o vespertino. 

Hace 2 o 3 días, mientras rodeaba parte del edificio B, donde hasta hace un par de semanas vivían mis amigos bolivianos, me llamó la atención una forma enroscada, negra con blanco, y me acerqué a ver qué era. Pues una especie de azotador (o sea, oruga originaria de México cubierta de pelos muy urticantes) que me pareció hermosísimo. Al seguir caminando, me encontré con toda su familia. No quiero imaginar lo que les habrá pasado cuando los jardineros los detectaron.




Y ese mismo día, al rodear el edificio A, por donde nunca pasa nadie, me topé con una mariposa de color y diseño fascinantes:



Y sí, mucho más adepta soy a los vecinos no humanos, cuyo territorio nosotros hemos invadido, reclamándolo como propio, tachándolos a ellos de intrusos o enemigos.



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