La voz de Sara es una espalda desnuda. Y una cicatriz. Es un río garganta saliéndose del cauce y un silencio atronador. Son mil aves silenciadas y un ruiseñor solo, de luto. Cantándole a una sombra.
La voz de Sara se enreda en un velo blanco y se derrama en arroyos secos de lágrimas ardientes.
La voz de Sara cuenta una historia con palabras casi inteligibles. Entre zumbidos y borboteos se esconde para rebelarse. Se retuerce y se pinta de rojo. Se conecta con aliados y enemigos. Y se consume en una veladora blanca.
Me pregunto quién, qué cuándo. Me pregunto si alguien duerme agazapade en la voz de Sara.
Me respondo que quizá sea yo o tal vez seamos todes. Viviendo agazapades en la voz de Sara. Contándole nuestras historias y dejando que se transformen en gusanos, en capullos, en mariposas de traje blanco estampado con círculos negros, grises. Transparentes.
La voz de Sara.
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