lunes, 21 de noviembre de 2022

(2 días después del) Día de Mausy


No me acuerdo cuándo fue la última vez que vi a Mausy. Seguro no fue placentero. Eso sí lo recuerdo, pues nuestra relación se había roto hacía ya un tiempo.

Pudo haber sido una de dos ocasiones: De pasada en el súper cerca de mi casa, cuando la vi en uno de los pasillos y me escabullí para no toparme con ella. O en Plaza Laurel, adonde había ido a por un helado con Santiago y una (entonces) amiga y una amiga de ella. Creo que nosotros cuatro ya estábamos sentados cuando los vimos llegar, a Mausy y a Leni. Mi (entonces) amiga sabía del rompimiento doloroso con ellos e hizo algún movimiento para protegerme y,  en cuanto pudimos, nos levantamos y nos fuimos. El corazón me iba a mil. Recuerdo una mirada helada de Mausy, quizá era una mirada dolida, y una blusa blanca que llevaba con adornos azules y dorados como de oficial marinero.

Lamento que nuestra relación haya terminado de esa manera. Lamento no haberla visto una última vez en condiciones amorosas. Pero siempre le agradezco su generosidad y su cariño que se materializaron en el departamento que Santiago y yo seguimos considerando nuestro hogar. Aquí un fragmento de ese hogar:


de tarde en el comedor, con las plantas del balcón al fondo










Y, como cada año, Mausy, te pienso en la fecha de tu muerte (porque es la única que conozco con certeza), te mando mis aspiraciones de felicidad duradera, y te dejo una flor de violeta recién abierta,  en otro fragmento del hogar que nos regalaste. Gracias. Siempre.

con escrímuri y madreñas de fondo









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