Estoy en casa. (Creo.) Me desayuno un pan tostado con mantequilla y miel de maple. Pienso en Staci, que no come pan y que me trajo el jarabe de maple de Canadá. Y no sé qué título ponerle a esta entrada.
En la radio, escucho música clásica de un compositor ruso: termina el tiempo de El Coleccionista . Es jueves y sigo aterrizando después de un viaje en apariencia cercano (Cuernavaca misma, Tepoztlán, Ciudad de México, Oaxaca) y tan profundo que no sé qué título ponerle a esta entrada.
Le mando un mensaje por feisbuc a Staci, que lleva más de 30 horas de viaje de regreso a casa. Incluyo la imagen de una pluma azul de un ave desconocida. Porque sí. Ella dice que le gusta.
Cuando termina la música de Glinka, busco a Macu en yutub y pongo sus "Tejados". Busco apapacho.
Antes de todo esto, poco después de levantarme, cambié el mantel de la mesa del comedor porque anoche se nos cayó el ponche sobre el de cuadritos de colores. Elijo el rojo que heredé quién sabe cuándo de mi tía Olga. Pero lo pongo del revés. Igual que hice con la carpetita bordada en anaranjado, con técnica de pepenado, que compré con Evelyn en Pachuca (creo) hace dos mil años. Porque el revés cuenta otra historia: la historia profunda de la creación, de la imaginación, del trenzado/tejido/bordado de los hilos. Y tiene una vida propia. Una vida intrincada, más profunda, más mágica, que no puede apreciarse (a veces, ni intuirse) en la perfección del derecho. Así como el espacio no se cuela en los números pares que tienen una mitad exacta.
Y algunos títulos posibles para esta entrada podrían ser "Amistad" (creo que vendría siendo la número 26), "Amor", "Conexión", "Historias del revés", "Aventura a dos voces", "Fantasía(s)", "Reencuentro". Pero aún no sé qué título ponerle.
Y en mi balcón, florecen unas Bolsitas de Judas
que se colaron con el Amorcito que me regaló mi comadre.
Sencillo y cálido
ResponderBorrarQué lindo que te pasees por este espacio, Pili. Y qué lingo que me dejes tus palabras. Gracias.
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