Toma 1
La última vez que este día cayó en viernes, y que yo lo recuerde, fue el cinco de mayo de 2006, sí hace 17 años. Entonces el primero de mayo cayó en lunes y yo había pedido días de vacaciones en el Instituto Nacional de Salud Pública, donde a la sazón trabajaba, para el 2, 3 y 4, ya que los otros dos eran de por sí feriados.
El sueño
Quien yo pensaba que era un 2o amor de mi vida (el primero tras el divorcio) vendría a visitarme y juntos iríamos de viaje durante esa primera semana de mayo.
La realidad
El presunto amor de mi vida canceló el viaje y me dejó como novia de pueblo: vestida, alborotada y con dos boletos de avión para ir a la playa y el hotel reservado.
Lo vivido
Una amiga de entonces me animó a irme yo sola: total ya está todo pagado y tus días de vacaciones autorizados, me dijo. Y tenía razón. Así que me fui, con todo y mi bikini rosa con corazoncitos morados comprado especiamente para la ocasión. Pasé una o dos noches en el hotel de Mazunte, en una cama matrimonial medio vacía. Por la ventana entraba el olor dulcemente indescriptible de una enredadera cuyas flores eran blancas en botones y rojas al abrir (o quizás haya sido al revés: botones rojos y flores blancas). En algún lugar de mi casa debe haber alguna fotografía tomada aún con la vieja Retinette de mi papá.
Pasados esos primeros días y consciente de mi falta de compañía, la dueña del hotel, Yolanda quizás, me invitó a mudarme a La Casa Azul, otro hotel en la playa vecina, San Agustinillo, donde ella vivía con su pareja. Pasé el resto del viaje en un cuarto con cama individual y empecé a hacerme mis primeros autorretratos: un pie con las uñas pintadas de rosa sobre la arena en una playa desierta o mi cara cubierta por la cámara frente al espejo de mi habitación.
Toma 2
En 2014, hace 9 años, la historia se repitió, con algunas variaciones. Entonces el cinco de mayo fue lunes.
Volví a pedir unos días de vacaciones en la escuela donde daba clases para escaparme una semana a España y Lisboa, con la complicidad de la directora, de mis amigas y de mis alumnos.
El sueño
Me reuniría con quien yo pensaba que era el 1er amor de mi vida reencontrado, convertido en amor presente, lo único que importaba. Y la reunión se dio sí, en un día como hoy, en el aeropuerto de Madrid, ciudad donde pasamos una noche antes de partir a la capital portuguesa. Parecía que el sueño se hacía realidad.
La realidad
El sueño duró unos cuantos meses, con altas y bajas, hasta reventar como una pompa de jabón tras la visita del susodicho en agosto de ese mismo año a México, donde festejamos los 18 de Santiago. (Demasiado he dicho ya al respecto.)
Lo vivido
La separación, el abandono, el duelo y la recuperación de mí misma: excelente material para una novela, que espera, paciente, ser revisada.
Toma 3
El cinco de mayo de 1962, sí hace 61 años, se casaron mis papás. Era sábado y yo no había nacido. Ellos hoy ya no están, desde hace 24 años él, desde hace 19 ella. Pero yo los celebro porque sin su amor — que lo hubo, a su modo, aunque fuera de pronto poco claro— ni yo ni Santiago estaríamos aquí. Buscando en internet, encontré, en un solo sitio, que los 61 años son las bodas de ondulina, aunque no pude averiguar qué es la ondulina. Los 60 son las de diamante y como el año pasado no escribí sobre este día, hoy les celebro a mis papás sus bodas de diamante + 1, que corresponderían a 732 meses, 3,172 semanas, 22,265 días, 534,360 horas y 32, 061,600 minutos de matrimonio.
A ciencia cierta no puedo hablar de sus sueños, sus realidades y lo que vivieron juntos, pero sí puedo dejarles esta imagen con tres rosas que podrían simbolizar el pasado, el presente y el futuro del amor, en la forma que sea:
Ires y venires en el tiempo, todo suma a quien hoy eres, gracias por el compartir.
ResponderBorrarAsí es, querida. Gracias por el leer y comentar 🐞
BorrarCuando llegue este maldito día, bórralo del calendario, quémalo, convéncete de que es el 4 bis, que el cinco no existe. ¡A la basura el cinco de mayo!
ResponderBorrarsúper magnífica esta entrada del blog, interesante, original, estilo en fin todo. Felicidades.
Contemplaré lo de cambiarle de nombre, en lo que me sigo reconciliando. ¡Muchas gracias, Joana, por tu lectura, tu comentario, tu presencia en este espacio 🥀
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