miércoles, 21 de junio de 2023

s i l e n c i o

Busqué la palabra en el diccionario y me quedé sin palabras frente a lo limitado de las acepciones que propone la RAE, y eso sin contar las definiciones desde la perspectiva del derecho, la milicia y la música:

Del lat. silentium.

1. m. Abstención de hablar.

2. m. Falta de ruidoEl silencio de los bosquesdel claustrode la noche.

3. m. Falta u omisión de algo por escritoEl silencio de los historiadores contemporáneos. El silencio de la ley. Escríbeme cuanto antesporque tan largo silencio me tiene con cuidado.


Y entonces me acordé, cómo no, de las palabras de Wislawa Szymborska:

Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.


Poco, si algo, puede añadirse. Solo contar que el silencio se ha afincado casi durante 13 días en este espacio y hoy lo nombro, para conjurarlo, en el sentido de alejarlo, pero honrándolo. Porque el silencio es morada de tanto, sobre todo de lo que se presenta innombrable, inexpresable. 

Y quizás lo conjuré, en el sentido de invocarlo, cuando escribí, el 7 de junio, un texto llamado "Silencio", que hoy comparto aquí para romperlo. Para liberarlo.

Es la cuarta sesión de polaridad. Parece que las tres primeras han empezado a marcar una diferencia (ojalá) en términos de las migrañas: por lo menos dos se quedaron en dolor de cabeza, sin convertirse en francas migrañas, después de una primera pastilla analgésica. Tienes los ojos más brillantes, me dijeron la semana pasada. Hoy no me siento tan bien. Me costó algó dormirme y me duele, tipo ciática, la pierna derecha. La sesión de anoche fue durísima, profundísima. La bola de múscula en mi hombre izquierdo parecía de hueso. Se empezó a mover, aunque no se ha soltado del todo (creo). Cuando la trabajaba, me vino a la cabeza la palabra silencio. La experiencia silencio. La bola de músculo era de silencio. Del silencio que pacté con mi padre hace de menos 5 décadas. Del silencio del abuso mezclado con amor y con control. Del silencio de la lealtad que mata, que paraliza. Vi cómo la mayor traición a mi padre fue parir un hijo: el inicio de mi camino hacia la liberación. Cómo conservar las migrañas es también serle fiel, a su amor, a su preferencia, a su abuso. Y escribir todo esto me da náuseas. Me protegí después de la sesión, porque me lo pidieron Porque no se cierra aún el hueco abierto. Pude empezar a soltar, con el tacto profundo y generoso, pero falta. Mi panza también amaneció rara, adolorida, con contracciones. Años de cargar todo esto. Años de endurecer. Años de lastimarme sin darme cuenta. Pero ahora estoy preparada para soltar la cuenta que se quedó en el cuerpo. Creo que no habría sido posible sin terapia previa: es como si cayeran en su lugar físico, o se soltaran de su lugar físico, las piezas del rompecabeas del trauma.


Y cierro, un día después, con unas palabras de José Saramago sobre el silencio, que me encontré hoy 23 de junio en la red (¡qué regalazo!):

Hay, también, el silencio. El silencio es, por definición, lo que no se oye. El silencio escucha, examina, observa, pesa y analiza. El silencio es fecundo. El silencio es la tierra negra y fértil, el humus del ser, la melodía callada bajo la luz solar. Caen sobre él las palabras. Todas las palabras. Las palabras buenas y las malas. El trigo y la cizaña. Pero solo el trigo da pan.


2 comentarios:

  1. Amiga querida, honro tu proceso y lo que estés viviendo hoy. El cuerpo es lo último que libera la energía de trauma. Aquí estoy si algo necesitas. Te quiero❤️❤️

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    1. Gracias, amiga. Pues veámonos pronto: antes del 7 de julio, que entro en retiro y traducción...

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