Hoy amanece mi barrio al son de los pitidos de los agentes de tránsito que, más o menos durante 10 días, intentarán que el caos vial que llega con la (queridísima) Feria de Tlaltenango, sea un poco más transitable.
Hoy empieza a entrar el otoño en Cuernavaca, aunque nadie lo sepa o nadie lo diga. Las lluvias de septiembre son las más fuertes del año. Empieza a refrescar. Los pitidos de los agentes de tránsito son la primera llamada.
Hoy la vida es cíclica y también es nueva. Repetida y siempre diferente.
Hoy amanezco con los pitidos de los agentes de tránsito y con la Feria a algunas cuadras de mi casa. Y siento un calorcito en el pecho.
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