jueves, 5 de octubre de 2023

Desagravio: toma 1


Para mi cumpleaños 60, mi amiga Ángeles me regaló el libro El olvido que seremos del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, donde habla de la vida y muerte de su padre. Yo había visto la película basada en la obra durante mi estancia en Madrid hace unos años, pero conectar primera mano la historia fue emocionante. Terminé de leerla en Chimal hará más o menos un mes, al tiempo que mi comadre me preguntaba por qué seguía escribiendo sobre lo que me dolía (o algo así) y me decía cómo a ella las cosas, los agravios si los había habido, se le olvidaban. Y entonces encontré una respuesta en las palabras del colombiano quien, hacia el final de su texto y a propósito de la camisa ensangrentada de su padre que él conservara durante varios años después del asesinato, dice:

Al escribir este libro la quemé también pues entendí que la única venganza, el único recuerdo, y también la única posibilidad de olvido y de perdón, consitía en contar lo que pasó y nada más.

Yo, por fortuna, nunca he vivido nunca algo tan descarnado como lo que cuenta Abad Faciolince, pero el dramatismo puede también tomar formas0 más sutiles, dolorosas a su modo. Cuando empecé mi serie sobre el "agravio" (aquí y acá), estaba tocando lugares oscuros y tristes que escocían de nuevo, disparados por acontecimientos presentes. Esos acontecimientos, de unos meses atrás, dispararon las sensaciones de ser tratada injustamente y sin claridad, por un lado, y, por el otro, de no contar con nadie que me apoyara, que me cubriera la espalda. A esto se sumó que el "agravio" incluiía también a mi hijo (se trataba de un asunto laboral en el cual participábamos como traductores). Hoy ya duele mucho menos. Quedan secuelas, sobre todo en términos de las relaciones personales con las personas involucradas, pero hoy intento no darles tanto peso. Soltarlas, pues, aunque cueste. Aceptar que las cosas suceden, que no son personales (aunque parezca) y que pasan. Al final de cuentas, esos sucesos me ayudaron a repasar y seguir soltando otros sucesos pasados mucho más dolorosos. 

Ahora estoy leyendo una novela titulada Ragged Company (algo así como "compañía hosca") del escritor y periodista ojibwa de las Naciones independientes de Wabaseemoong (hoy Canadá), Richard Wagamese. Una de las protagonistas, Amelia (mejor conocida como One For The Dead) habla de los "mourning grounds", algo así como los "territorios de luto" y dice (en mi traducción):

Todos los tenemos y es solo aprendiendo cómo vivir con nuestros pesares mientras estamos aquí que nos liberamos de ellos.

He aquí otra posible respuesta para María Eugenia: Yo arpendo a vivir con mis pesares escribiéndolos. Y escribiendo me voy liberando de ellos. Uno a uno. Paso a paso. No conozco otro camino. Bendita sea la compañía de quienes escriben en pos de esa liberación. Me cubren la espalda y me acompañan.

Y nomás por puro gusto, cierro con una imagen tomada en mi caminata de esta mañana:

luna equivocada entre las ramas de un guamúchil


2 comentarios:

  1. El chiste para mí es encontrar la mejor forma de transitarlos y soltar, que escuchamos o leemos con tanta frecuencia que hay que hacerlo, y qué complejo resulta!!! Leerte tambn es un recurso que me ayuda a recordarlo. Nos vemos mañana❤️

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    1. Me alegra mucho que leerme te apoye en tu proceso. Hasta mañana 💫

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