Hoy es día del trabajo y no se trabaja, así que no trabajé. Salí a caminar temprano, antes de irme de desayuno con una amiga.
Recordé que hoy era el cumpleaños de mi tío Andrés. También lo es de Bernardo, el esposo de Maite, una amiga de antes. Quién sabe por qué se acuerda una de cosas como estas, por qué la memoria tiene esos caprichos.
Busco en el diccionario la definición de "capricho" y me encuentro 2 que me gustan:
3. m. Obra de arte en que el ingenio o la fantasía rompen la observancia de las reglas.
1. m. Determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original.
Sin.: |
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Y también me gustó su etimología:
Del it. capriccio 'capricho', antiguamente 'horripilación, escalofrío', y este del it. ant. caporiccio, de capo 'cabeza' y riccio 'rizado'.
Así que todo esto de inspirarse por antojo, humor o deleite para hacer algo extravagante u original empezó con una cabeza rizada...
Mientras paseaba hoy, como casi todos los días, me detuve frente a los diferentes árboles jacalasúchiles (flor de mayo, frangipan) que se hallan distribuidos por el condominio, todos hijos del que plantamos Santiago, Adrián y yo hace más de 20 años, hijo a su vez de uno que Erica y su entonces marido tenían en su casa de Tepoztlán, donde pasamos los tres unos días. Aquí una foto de Santiago durante aquella estancia y otra de nuestro jacalasúchil madre, con sus flores y botones (y su aroma infotografiable):
También me acuerdo de una ocasión, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM donde hace varias vidas hice la carrera, cuando un maestro llamado Héctor (que prefería que en la intimidad lo llamaran Pablo porque era un nombre menos bélico) pidió en clase un ejemplo de alguna poesía. Una alumna, una mujer mayor para nuestros estándares jóvenes, y valiente, trajo a colación a Alberto Cortez y Héctor-Pablo la súper cagoteó. Los demás nos quedamos mirando en silencio. Desafortunadamente.
Atestigüé una escena vagamente similar durante la fallida maestría en Madrid hace más de 4 años, cuando mi compañera María P. trajo a colación a Sabina en clase de poesía. El maestro, un poeta bastante reconocido, estuvo a punto de decir algo poco halagüeño, pero esta mujer sí sabía defenderse y no se lo permitió.
Y bueno, así nomás por capricho volví a buscar a Alberto Cortez cantándole a su árbol (ya lo hice aquí para el cumpleaños 85 de mi papá) y me encontré con una versión donde el cantante se ve bastante mayor, aunque con la voz casi intacta, y está en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México acompañado por una orquesta sinfónica. Confieso que me costó verlo, por aquello de la vejez y el envejecimiento y así. Lo vi completo y aquí lo comparto:
Es curioso que en la primera versión de esta canción, que tenía mi papá en el elepé original, Cortez hablaba de que el árbol lo plantaron él y su madre cuando él tenía 5 años, "hace 25 años". La canción fue envejeciendo con él y llegaron las versiones donde decía "hace treintaytantos" o "hace cuarentaytantos años". En esta actuación habla de "hace ya taitantos años" (que serían sesentaytantos calculo), en el 2009, 10 antes de su muerte, a los 79.
Mi papá había muerto 10 antes. Supongo que le habría gustado ver a Alberto.
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