Hoy mi papá habría cumplido 90 años. La misma edad que cumplió Khenpo Rinpoché en marzo. Eran del mismo año. De 1934.
Hoy los restos de Khenpo Rinpoché, su kudung, se transportaron desde el Convento de Tekchokling hasta el Monasterio de Pullahari. Entre rezos, cantos, trompetas tibetanas, siempre debajo de un parasol de colores.
Hoy he estado triste. Escuché a Mari Trini mientras lavaba los platos de 2 días. Y se me escurrían las lágrimas. Como en la práctica de yoga del guru en la mañana.
Hoy celebramos el cumpleaños de una amiga, tocaya de cumpleaños de mi papá. Hicimos una ceremonia de cacao y fue sanadora. Le escribí a mi niña diciéndole que podía soltar el enojo y los resentimientos y las desilusiones. Ahora está a salvo. Y es efímera, como todos. Como Khenpo Rinpoché. Como mi papá. Como Dumbledore.
Hoy he recordado a mi papá. Hoy he llorado al Khenpo y me ha roto el corazón ver a mi maestro, su discípulo del corazón, postrado ante su kudung. Pero la tristeza es expansiva: libera no aprisiona.
Hoy traigo a este espacio el sol entre nubes rodeado por un arcoíris en el día en que el kudung de Khenpo Rinpoché emprendió el camino que culminará con su cremación el próximo lunes 19.
Hoy confío en mi naturaleza iluminada.
Acabo de leerte y te dejo un abrazo tardío pero con la misma intención cariñosa. Susy
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