lunes, 10 de febrero de 2025

¿De dónde sale ese humo?


Es de noche, poco después del atardecer, y estoy enfrascada en mi compu haciendo no sé qué cuando empiezo a percibir algún tipo de humo, de olor a quemado. Dirijo la vista al balcón e incluso me parece ver trazas de gases y partículas en suspensión. Seguro debe ser un incendio en la Colonia del Bosque. Qué pronto empezaron. Ni siquiera hace tanto calor. Pienso. Sigo en lo que estoy, pero el olor aumenta y empiezo a sentir (¿pensar? ¿imaginar? ) que se me dificulta respirar. Santiago está en el estudio con la puerta medio cerrada porque está dando una clase, así que no lo puedo interrumpir para preguntarle si siente el mismo olor que yo, si hay humo en ese cuarto también. 

Se me ocurre una gran idea: cierro la puerta del balcón, por donde creo que se está metiendo el humo, para evitar que entre más. Y el olor empeora. Cómo puede ser. Me pregunto.

Me levanto nuevamente y, de pronto, me doy cuenta (me acuerdo) que puse una olla en la estufa para cocer una papa al vapor. De ahí vienen el olor y el humo: el agua se acabó y la olla, el aditamento para sostener la papa y la papa se han quemado. Lo peor, la olla y, bueno, aunque la papa no ennegreció, sí absorbió el olor, así que será imposible comerla. 

Contemplando la situación (y lamentando mi falta de atención), me cae un veinte enorme. Igual que me sucedió con la papa y la olla, cuando algo me perturba corporal, mental o emocionalmente, mi primer movimiento, hábito arraigado, es voltear hacia afuera, salir al balcón, pues. Se me olvida que la fuente primordial de mi sufrimiento (y de mi liberación) está adentro, en mi propia mente. No hace falta salir corriendo como pollo sin cabeza ni empezar a buscar culpables. La raíz del problema está adentro y la solución, también.

Si hubiera visto hacia dentro de casa, en lugar de lanzarme hacia el mundo afuera, quizás la olla hubiera ennegrecido un poco menos y me habría podido cenar la papa.


También me acuerdo cómo cualquier cosa que suceda es el guru dándome una enseñanza, si me doy el espacio suficiente, como el maestro tibetano del siglo 12, Tsangpa Gyare, dice en una de sus canciones de realización (en mi traducción a partir de la versión en inglés):


Cuando miras el océano claro y brillante
Y las olas se levantan y se disuelven de vuelta
¿No sabes que es el lama enseñándote
Que los pensamientos son dharmakaya?


olas en la costa chica de Guerrero



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