Hace 2 sesiones, iniciamos nuestra práctica de escritura de los martes con una lista de juegos y pasatiempos::
- rompecabezas
- parkasé
- continental
- serpientes y escaleras
- jenga
- dominó
- dixit
- código secreto
- turista
- canasta
- póquer
- black jack
- escondidillas
- ninja
- carreritas
- el monstruo de la laguna verde
- coleccionar timbres o monedas
- dibujar
- iluminar
- flow
- gato
- timbiriche
- me llamo-vengo.de-vendo-voy
- adivinanzas
- sopa de letras
- crucigramas
- sudoku
- encuentra las diferencias
- uno
- cinco
- brisca
- tute
- backgammon
- damas chinas
Este ejercicio me llevó a un viaje de décadas a través de varios lugares, pero sobre todo a la casa de mis papás, o sea, el departamento de Uxmal, y a la casa de mi abuela Rosa en la calle Jalisco 222 antes 800 en Cuernavaca. El primer elemento, los rompecabezas (qué extraño me suena que en España les digan "puzles") estuvieron presentes en mi vida desde chica. Recuerdo dos pequeños y portátiles: uno tenía piezas de madera, no muchas, y juntas componían una escena de campo o de granja. Creo que había una vaca. Cada pieza tenía pintado o pegado un fragmento de la escena. El otro venía en una caja de cartón circular y era la imagen estilizada de una especie de ave imaginaria. Yo tenía uno y mi hermano otro. Tampoco eran muchas piezas, pero estas eran más pequeñas. El rompecabezas también era circular una vez terminado. Los debemos haber armado y desarmado muuuuuuuuuuuuchas veces y por lo menos el segundo me siguió en mis primeras mudanzas pero después le perdí la pista.
No creo que en la casa de Cuernavaca armáramos muchos rompecabezas y no tengo con quién corroborar el recuerdo. En el depa de Uxmal, recuerdo alguna ocasión (quizás sea una mezcla de más de una) en que se puso una mesa entre la sala y el comedor (probablemente esa mesa cuadrada que se doblaba para guardar y se abría para usarla: era de madera y abierta estaba forrada de fieltro verde, como para jugar a las cartas) donde se dispusieron las piezas para ir armando el rompecabezas ahí mismo. Tengo algunas imágenes vagas de mi mamá pasando tiempo allí; la figura de mi papá no me queda tan clara y menos de la de mi hermano. Yo me veo a mí dedicándole algún momento de pasada. No tengo ni idea qué imagen contenía el rompecabezas. Esa mesa también la veo llena de libros cuando se conviritió la estación de estudio de mi mamá cuando concursó, supongo, por una plaza en la UNAM.
Volví a los rompecabezas cuando Santiago era niño. Recuerdo uno de UNICEF, con piezas enormes que se armaba en el piso. Y no recuerdo muchos más. Ya en La Arboleda alguien me prestó uno enorme, de 1,000 piezas. Creo que era un cuadro de Rembrandt. Santiago y yo compramos unas tablas de triplay para armarlo encima y poder cambiarlo de lugar, pero fracasamos: lo regresamos a su caja y al dueño antes de terminarlo.
Hará un mes, me encontré, en un bazar de antigüedades que visité con una amiga que vino de visita a Cuerna y me compró ahí unos aretes muy bonitos de regalo de cumple, un rompecabezas de 500 piezas con una pintura desconocida para mí, de Remedios Varo, El paraíso de los gatos, de 1955 averigué en línea. Al principio pensé que se trataba de un cuadro hecho al estilo de la surrealista nada más, pero resultó que sí era su obra. Desde que lo vi me llamó mucho la atención, tanto la imagen, como el reto de volver al mundo de las piezas que se arman para formar un todo. A mis pacientes en psicoterapia suelo decirles que el proceso terapéutico consiste, primero, en sacar las piezas de la caja, los recuerdos fragmentarios de su psique, para luego irles dando forma hasta que se acomoden, más o menos transitoriamente, en un todo coherente.
Volví al bazar unos días después, con otra amiga que me quería hacer también un regalo de cumpleaños. Muchas veces nos damos libros, pero a mí se me antojaban más los gatos de Remedios en su paraíso y a ella le pareció buena idea. Así que al día siguiente que me lo regalara, empezó la aventura.
Rescaté las tablas de triplay de un clóset y me puse manos a la obra. Todavía recordaba las directrices principales para armar un rompecabezas: La primera, separar las piezas con un lado liso para armar, antes que nada, los bordes. Eso hice y empecé con los márgenes. Llegó Santiago y lo invité a participar. Dijo que faltaba una pieza y yo recordé cómo eso suele pasar cuando no la encontramos. Pero revisó los demás fragmentos que había dejado yo en la caja y la encontró. Entre los dos acabamos el marco del cuadro.
La siguiente tarea fue separar las piezas por colores o por coincidencia de temas (hojas, cielo, ladrillos). Primero saqué solo algunas, pero pronto me di cuenta que las necesitaba todas afuera para poder seguir. Me invadió la sensación de estar frente a una tarea imposible. Pero seguí, usando las dos tablas de triplay que tenía. Y pian pianito empecé a colocar piezas. Me propuse poner por lo menos una cada vez que pasara ante el rompecabezas y acabé poniendo más de una casi siempre.
Otro aspecto interesante fue ver el funcionamiento de mi mente. A veces estaba muy inspirada y ponía muchas piezas, a veces solo alcanzaba a cumplir con mi mínimo. A veces, por mera intuición tomaba uno de los trozos de la imagen, y ¡pum! lo ponía sin pensar. Otras, me esforzaba en buscar una pieza (la que tiene la pata del gato negro con calcetines blancos, la que completa el juguete de los gatos bebés) faltante de una parte del dibujo. Por lo general, esta estrategia fue poco productiva. La pieza en cuestión fue una de las últimas en aparecer.
Ir completando la figura me conectó con el amor de Remedios por los gatos, evidente en las expresiones de los animales, en sus colores, en su postura, su mirada, en el espacio tan feliz que les regaló la pintora.
Y así quedó la obra terminada. Aquí, iluminada por el sol de la mañana entre las persianas del cuarto.
Ahora solo dudo si enmarcarlo, porque me gustó tanto, o deshacerlo (como los mandalas de arena que hacen los monjes tibetanos para luego lanzarlos al viento, honrando la impermanencia), regresarlo a su caja y volver a armarlo en otro momento o intercambiarlo con una amiga a la que también le gusta armar rompecabezas.
De momento, sigue fuera de la caja sobre la tabla de triplay. Veremos qué le depara el destino.
Estuvo muy chido...que se repita ;)
ResponderBorrarVa que va... busquemos el siguiente 🧩👾🧩
BorrarMiguel comentó en FB: "Ya me motivaste a buscar uno y armarlo" y yo le respondí: "Me alegro, Miguel. Súper divertido y buenísimo para la mente, dicen... 🤓".
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