En la hoja de en medio de esta imagen estuvo una catarina minúscula, negra con dos puntos rojos (¿o era roja con dos puntos negros?), durante unos 40 o 45 minutos. La salqué de la alberca justo antes de echarme a nadar. Después de 20 vueltas y un descansito al lado del agua, fui a la planta, segura de que el bichito habría volado, pero ahí seguía. Entonces decidí volver a mi departamente por la camarita rosa y bajar otra vez a ver si lograba fotografiarla. Cuando llegué, ya con la cámara prendida y en modo macro, alcancé a verla volar...
Así las bendiciones de la vida y las maldiciones también (de igual naturaleza en última instancia): vienen y van y las vivimos si estamos atentos y nos liberamos si las dejamos irse.
Sin miedo y sin esperanza.
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