La causa de todos estos sufrimientos es nuestra inseguridad fundamental. Siempre nos estamos preguntando si existimos o no. Nuestro ego, o más bien nuestro apego a la idea de un yo, está completamente inseguro acerca de su propia existencia. Nuestro ego podría parecer fuerte, pero de hecho es bastante tambaleante. Por supuesto que no nos hacemos semejantes preguntas conscientemente, pero siempre tenemos una sensación subconsciente de inseguridad acerca de si existimos.
Intentamos usar cosas como amigos, dinero, posición y poder, y todas las cosas cotidianas que hacemos, como ver televisión o ir de compras, para de alguna manera probar y confirmar nuestra existencia. Intenta sentarte solo en una casa y no hacer absolutamente nada. Tarde o temprano tus manos alcanzarán el control remoto o el periódico. Necesitamos estar ocupados. Necesitamos estar atareados. Si no estamos ocupados, nos sentimos inseguros.
Pero hay algo muy extraño en todo esto. El ego busca distracción constantemente y, entonces, la distracción misma se vuelve un problema. En lugar de ayudar a sentirnos tranquilos, de hecho, aumenta nuestra inseguridad. Nos obsesionamos con la distracción y se convierte en otro hábito. Una vez que se ha hecho un hábito, es difícil deshacernos de él. Así que para deshacernos de este nuevo hábito, tenemos que adoptar otro hábito más. Así es como las cosas siguen y siguen.
Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.
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