Medito. Se supone. Mi mente se escapa por el balcón, junto con el incienso que atraviesa el mosquitero como si no existiera. Ocho o nueve, o quizás 10 zopilotes, danzan, en una coreografía que parece ensayada, en el cielo azul claro emborronado con nubes. Debe haber un animal muriendo en la barranca y están esperando para poder darse un festín. Interrumpo la meditación y hago unas fotos. Y un video, pero sale desenfocado.
Medito. Se supone. Y un perro blanco ocupa el espacio en el cielo. Regreso al sonido de las palabras de quien guía la meditación. El perro desaparece. Ahora un oso polar, o quizás sea osa, retoza blanca sobre la nieve azul. Se estira tanto, que deja de ser. Y luego un Homero Simpson panza arriba o un Patricio, el mejor amigo de Bob Esponja, de perfil atraviesan el cielo, como los pensamientos por mi mente, sin dejar huella.
Medito. Se supone.
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