Yo tuve un amigo en feisbuc, que era amigo de amigos y al que nunca conocí en persona. Hace unos meses, quizás el año pasado, me desamigó. Volví a mandarle solicitud, por si el movimiento hubiera sido un mero error, pero la decisión y el silencio se mantuvieron. Nunca nos conocimos en persona y quizá ese haya sido el criterio para su elección. O quizá haya habido otros, pero para qué especular.
Lo cierto es que lamenté que no siguiéramos comunicados porque aprendí mucho de él. Además de escritor es jardinero y amante de las flores. Cada día saludaba (supongo que lo sigue haciendo) a sus amistades feisbuqueras con una foto de alguna flor maravillosa, normalmente de su jardín. Llegamos a entablar conversaciones alrededor del nombre común que de este lado del Atlántico les damos a algunas de sus flores y que yo compartía con él, o bien llegué a preguntarle la identidad de alguna flor desconocida para mí y me ilustró en más de una ocasión.
Y gracias a él conocí la maravillosa Hoya carnosa o simplemente "hoya" o "flor de cera", "flor de nácar", "flor de porcelana" o "clepia" (como la llaman en Chile). Es una planta trepadora originaria de Asia y Australia que hace unos días empezó a florecer en mi balcón, gracias a mi amiga Elizabeth que me regaló un ejemplar. Jamás pensé que tan cerca de mí se diera esta maravilla que parece flor de cuento.
Acá como se vio después de que los botones que aparecen al principio de esta entrada abrieron:
No sé cuánto durarán estas flores, que en conjunto se manifiestan como un umbela (me encanta esta palabra), pero cada día que las veo, vuelven a ser un regalo. Hoy por primera vez las toqué (a instancias de Alba): son suavecitas como cera, efectivamente, o terciopelo. Y le vuelvo a agradecer a mi examigo de feisbuc, que me las presentó, y por supuesto a mi amiga Elizabeth, que las hizo realidad en mi vida.
Y de pilón, otra flor de piedra que abrió ayer y volvió a abrir hoy y la primera araña con tocado amarillo de la temporada:
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