La raíz tanto de samsara como de nirvana
ha de encontrarse dentro de tu propia mente
Son nuestras propias mentes las que nos encaminan equivocadamente en el ciclo de la existencia. Ciegos al la verdadera naturaleza de la mente, nos agarramos de nuestros pensamientos, que en verdad son simplemente las manifestaciones de esa naturaleza. Pero a través de la fijación, la conciencia pura se congela en conceptos sólidos tales como "yo" y "otro", "deseable" y "repulsivo" y muchos más. Así es como creamos samsara.
Si podemos derretir el hielo de estas fijaciones siguiendo las instrucciones de un maestro, la conciencia pura recobra su fluidez natural. Para ponerlo de otro modo, si cortas un árbol en la base del tronco, el tronco, las ramas y la hojas se caen todos juntos. De forma similar, si cortas a través de los pensamientos en su fuente, todo el engaño de samsara colapsará.
Todo lo que experimentamos —todos los fenómenos de samsara y nirvana— aparece con la claridad vívida de un arcoíris y, sin embargo, como un arcoíris, está vacío de cualquier realidad tangible. Una vez que reconoces la naturaleza de los fenómenos —manifiestos y al mismo tiempo vacíos—, tu mente se liberará de la tiranía del engaño.
Reconocer la naturaleza última de la mente es alcanzar la realización del estado de budeidad, y no reconocerla es hundirse en la ignorancia. En cualquier caso, es tu mente, y solo tu mente, la que te libera o te ata.
Eso no significa, sin embargo, que la mente sea una entidad sobre la cual trabajar, como un trozo de barro, al cual un alfarero puede darle cualquier forma. Cuando el maestro introduce al discípulo a la naturaleza de la mente, no está señalando algún objeto concreto.
Cuando el discípulo busca y encuentra esa naturaleza, no se apodera de alguna entidad que pueda asirse. Reconocer la naturaleza de la mente es reconocer su vacuidad. Eso es todo. Es una realización que ocurre en el reino de la experiencia directa y que no puede expresarse en palabras.
Esperar que tal realización esté acompañada de clarividencia, poderes milagrosos y otras experiencias extraordinarias sería engañarte a ti mismo. ¡Solo dedícate a reconocer la naturaleza vacía de la mente!
Eso no significa, sin embargo, que la mente sea una entidad sobre la cual trabajar, como un trozo de barro, al cual un alfarero puede darle cualquier forma. Cuando el maestro introduce al discípulo a la naturaleza de la mente, no está señalando algún objeto concreto.
Cuando el discípulo busca y encuentra esa naturaleza, no se apodera de alguna entidad que pueda asirse. Reconocer la naturaleza de la mente es reconocer su vacuidad. Eso es todo. Es una realización que ocurre en el reino de la experiencia directa y que no puede expresarse en palabras.
Esperar que tal realización esté acompañada de clarividencia, poderes milagrosos y otras experiencias extraordinarias sería engañarte a ti mismo. ¡Solo dedícate a reconocer la naturaleza vacía de la mente!
Original en inglés, aquí.
Traducción al español en imagen, mías.
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