sábado, 22 de noviembre de 2025

Día de Marta Cecilia


Un nuevo 22 de noviembre, un día más para celebrar a Santa Cecilia y pensar en mi mamá. Desde que murió Robert Redford, como cuento aquí, empecé a traer a mi mente cosas que le gustaban (o no) a mi mamá y pensé, también, que esa sería una buena manera de festejar su cumpleaños (el 91 si siguiera en su cuerpo). 

Mi mamá no cantaba mucho y no recuerdo siquiera si era entonada, pero tenía un par de canciones que, a veces, compartía con mi hermano y conmigo "Do-Re-Mi" de La novicia rebelde como se tradujo en México The Sound of Music (traducida, horriblemente para mi  gusto, en España como Sonrisas y lágrimas, casi como la revista de historietas románticas mexicana Lágrimas y risas, por eso me debe sonar tan mal la rendición española). Creo que esto sucedía cuando íbamos en el coche y mi papá manejaba. Cantábamos la parte de las notas musicales: Doe, a deer, a female deer. Ray, a drop of golden sun. Me, a name I call myself. Far, a long, long way to run. Sew, a needle pulling thread, La, a note to follow sew, Tea, a drink with jam and bread! That will bring us back to do oh-oh-oh! y nos la aprendimos de memoria, bueno no sé si mi hermano lo hizo o si la recuerde. Yo me la canto a mí misma alguna que otra vez y supongo que la compartí con Santiago cuando era chico (habrá que preguntarle).

Había otra canción, que gracias a internet averiguo que se llamaba "La cruz de guerra", de autores catalanes. No tengo la menor idea dónde la aprendió. Se sabía y nos enseñó dos estribillos:  El primero, una promesa de un hombre que se lanza a la batalla a su novia que se quedaba esperando:

Por valiente he de ganarme
una cruz deslumbradora
pa verla sobre tu pecho
el día de nuestra boda.

El segundo, la vuelta del mismo hombre que perdió la vista en la contienda. La dramática frase que introduce esta estrofa versa: Y el ciego arrancando la cruz de su pecho, le dice a la moza con trémula voz:

Con orgullo has de lucirla
Porque está muy bien ganada.
Me ha costao el no poder ver
Más la gloria de tu cara

Aquí encontré la letra completa y varias versiones con diferentes intérpretes (unas joyas).

Mi mamá también contaba chistes, unos cuantos que repetía cada tanto y que ahora son parte de mi repertorio, que tampoco es muy amplio. Entre ellos, el de las pobres ranitas en la vía del tren o el de Pepito el Tocatimbres, que no entendía por qué le decían "ese hijo de la chingada". 

No recuerdo, y no sé si alguna vez supe, cuál era el color favorito de mi mamá, o su canción predilecta, o su comida más apreciada. Su bebida, sí: el tequila en el día y un jaibol (con güisqui) en la noche, o el vino, supongo que casi cualquiera. No sé si a ella le gustaba al oporto o a mi papá: de alguno heredé yo el gusto, aunque ya no lo tome casi nunca. Ambos bebían campari junto con mi abuela Rosa a la hora del aperitivo y le ponían vermú. Quién sabe de quién habré aprendido yo a tomar el vermú solo o con hielo. 

Tampoco sé cuál era la flor que más le gustaba, si es que había alguna. Pero yo le dejo por aquí unas rosas de las que fotografío casi diario en el condominio, porque son hermosas y es difícil equivocarse cuando se regalan rosas. Es un arbusto que está en la ventana del primero piso del edificio H, el penúltimo de donde vivo. Estas no eran lozanas, pero conservan esa belleza del ocaso:
















Sé feliz, ma.
Te quiero.

2 comentarios:

  1. Abrazos amiga! Cuando escribes del campari y el vermut recordé que mi abuelo paterno los disfrutaba muchísimo. Gracias por el recordatorio🌺 Susy

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    1. Qué chido, Susy, que mis recuerdos estimulen los tuyos. Un abrazo 😏

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