domingo, 16 de octubre de 2016

Quien bien te quiera te hará croquetas

croqueta

Del fr. croquette.

1. f. Porción de masageneralmente redonda u ovaladahecha con un picadillo de jamón, carne pescadohuevo u otros ingredientesqueligado con besamelse reboza en huevo y pan rallado y se fríe en aceite abundante.


Precisión no le falta a esta definición de la RAE, pero sí algunos detalles imprescindibles para hacer croquetas espectaculares. Mi amiga Berna estuvo en casa hace unas semanas. (Hoy hace justo 3 nos acompañó durante la operación de clavícula de Santiago.) Desde que planeábamos su estancia en Cuernavaca, surgió la idea de las croquetas (a raíz de mi desmedido entusiasmo por algo que ella compartió en el Facebook, título de esta entrada). Yo le dije que estaba dispuesta a lo que fuera con tal de volver a probar ese manjar. (La última vez fue hace varios años con mi tía Marisa, que intentó enseñarme a hacerlas, pero fui mala alumna. Las anteriores a esas deben de haber sido las de mi abuela María Luisa, el milenio pasado.)

Ya en casa, entre los cuidados tanto para Santiago como para mí, se puso Berna un día con las croquetas y yo me puse a hacer fotos del proceso (no sé si para repetirlo algún día o solo para documentarlo...). Así quedó una besamel perfecta (de bastante consistencia, con todo y que sospecho que la harina de mi despensa debe haber estado un pelín rancia). El truco, según ella, es incorporar la mantequilla y la harina muy despacio, para evitar los grumos, y con el fuego apagado, para evitar que se queme. Una vez fría la masa, incorporamos (dijo el otro...) huevo duro picado. "Esas son las tradicionales", me explicó. Yo solo las había comido de sobras.


En un descuido mío (andaría seguramente en la escuela o en el consultorio), se dio a la tarea de hacerlas (después de que la masa reposara por más de un día en el refri y de que consiguiera ella —en su única salida después de la estancia en varios hospitales— el pan molido). Y se acordó incluso de hacerme la foto para tener el proceso completo. (Si yo seré capaz de repetirlo o no será harina de otro costal. Siempre puedo esperar a la siguiente visita de Berna...)






Ya solo quedaba freírlas. 




A esa tarea, la acompañamos Santiago y yo la última noche de su estancia en casa para cenar croquetas de despedida y brindar (ella y yo, pues él estaba con antibiótico) con sidra inglesa, que era lo único que quedaba en el refri. El truco para facilitar el proceso de freído: usar palitos chinos, ideales para ir volteando las croquetas en el aceite caliente. Salieron así 19 croquetas perfectas (la misma Berna se sorprendió del resultado, pero es obvio que es buenísima en la cocina).





Y aquí abajo estamos haciéndonos el selfie de rigor (con el móvil de nuestra invitada) antes de hincarle el diente a las más deliciosas croquetas que recuerde yo haber comido (con el perdón de mi tía y de mi abuela). Y lo dicho: si a esa porción de masa redonda u ovalada se añaden cariño, deleite y amistad, las croquetas serán "las mejores del mundo" (por más que digan que todo español asegura que tal descripción alude indefectiblemente a las de su madre).


¡Gracias, Berna!
Te extrañamos/echamos de menos mucho/un montón.


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