miércoles, 20 de noviembre de 2019

Ade, Adela, Adelita


Seguimos con el asunto de los nombres, ahora desde otra perspectiva. La muy personal: Mi nombre, que resulta que no es ni único ni singular.

Y es que Ana, en su casa, me llama con tres variantes diferentes que me remiten a diferentes personas, dentro y fuera de mí, en diferentes etapas de mi vida.

A veces, soy Ade. Así me decía mi padre. Así me siguen diciendo mis amigas de la infancia, a saber Pilar y Natasha. Cuando alguien más lo usa, me suena como impostado. Cuando Ana lo usa, me suena cariñoso y cómplice. Aunque ella no sea muy expresiva. (Aún no sé si ese es el carácter español o el carácter individual de ella o un poco de los dos.)

Otras veces, soy Adelita. Las menos, por fortuna, porque es el apelativo que menos me gusta. Me recuerda a mi mamá cuando estaba enojada o descontenta conmigo. Ana lo suele usar cuando hay alguien más presente (la señora que ayuda con el aseo o su hermana o alguna sobrina). Quizás le sale cierto instinto maternal. Pero yo siento que le está hablando a una niña que no soy yo (porque eso sí, de mi niña interior ya me encargo yo sola).

Y otras más, soy Adela. A secas. Aunque, en general, mi nombre así, completo, sin diminutivos ni apócopes, es la forma en que más me gusta que me llamen, en boca de Ana suena súper seco. Me da la impresión, ahí sí, de que está enojada o de que algo no le gustó o le molestó y no lo dice explícitamente. Igual no es así, pero lo que sí sucede es que se abre una distancia entre nosotras, un alejamiento, que no siempre entiendo y que tampoco he descifrado cómo manejar.

Lo bueno es que tengo 8 meses por delante para descifrar eso y mil otros aspectos de lo que hoy (gracias a una paciente) empiezo a entender como un shock cultural o de transición
(más sobre esto, próximamente).

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Cuando es con cariño, como en tu caso, no me molesta. También tengo algunos alumnitos que me dicen "miss Adelita", ¡imagínate!, pero cuando es en buena onda, también les doy chance. Qué bueno que te pases por aquí, Ángeles. Te mando un abrazo fuerte.

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