- Tomarme un tallat amb gel, que es un cortado con hielo en catalán, después de la comida.
- Lavar ropa a mano, en especial si son mis prendas favoritas.
- Comer un plato de arroz blanco (incluso hervido) con unas rebanadas de aguacate maduro. (Y a falta de un buen chilito mexicano, un jalapeño de Marruecos.)
- Dar una sesión de terapia y que mi paciente tenga algún avance o, por lo menos, se sienta mejor. Y nos riamos.
- Engancharme con una serie y no poder dejar de verla. (¿Qué voy a hacer ahora que terminé La casa de papel?)
- Hacer un sueño realidad, como entrar en la Casa Batlló y recorrerla.
- Descubrir una escritora (o un escritor) y querer leer todos sus cuentos. Y sus novelas. Y lo que sea que haya escrito.
- Comer jamón ibérico que recién compré en la charcutería de abajo de casa.
- Volver a un sitio donde ya he estado, sobre todo (claro) si me gustó. (Me espera Peñíscola.)
- Comerme una rebanada de melón de los de acá: alargado, verde oscuro por fuera, verde claro (muy claro) por dentro y con esa miel color calabaza al centro, donde hay que quitarle apenas las pepitas (y no tirarlo todo a la basura como la primera vez que partí uno ante la mirada azorada de Joana).
- Que el sol me despierte calentándome los pies (y luego no me deje permanecer en la cama ni un minuto más).
- Tener una corsetera de cabecera en el barrio.
- Pasearme por mi correo, mi blog y el feisbuc, a primera hora de la mañana (que para mí es por ahí de las 9:30), en pijama, con una taza (o dos) de té negro y una tostada con mermelada (de higo, por ejemplo).
fragmento del interior de la Casa Batlló |
Me pusiste una sonrisa mientras te leía y sentir que te extraño! Abrazos
ResponderBorrarYo también te extraño y me imagino tu sonrisa, Susana querida. Estaría bien echar una videollamadita, ¿no? A ver si la organizamos para la semana que viene. Abrazos de vuelta...
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