En mi sueño de ayer había intersticios. Que son hendiduras o espacios, por lo común pequeños, que median entre dos cuerpos o entre dos partes de un mismo cuerpo. También había elementos o factores o velos intersticiales. Había aires de Madrid. Y había aires de juventud,. Había promesas de deseo y coqueteos con una mujer mucho más joven que yo o tan joven como yo me siento por dentro, antes de verme al espejo. Había fotos frente a un arbusto de flores cafés. No estaban secas. Estaban vivas y eran color marrón (como dirían allá) como un tronco de árbol o como un café cargado. Casi podían beberse. Había ecos de vacunas y de enfermedad también, pero eran lejanos, borrosos. Había una cita y un cumpleaños y una celebración pendientes para esta misma noche. Y otra promesa: «Ahí estaré. Yo nunca dejo de celebrar mi cumpleaños». La expectativa de Un encuentro medio intelectual o medio artístico, adonde yo aún no sabía cómo llegar,. De un encuentro amoroso.
Un intersticio es también un intervalo, un espacio o distancia entre dos tiempos y dos lugares. Y podría ser también una de mis palabras favoritas y aparecer en una lista, junto a otras palabras amadas. Y quién sabe, en sueños o escribiendo se cierran los espacios o las distancias entre los tiempos y entre los lugares. Entre la realidad y el deseo. Entre el deseo y la ausencia.
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