Un colibrí se acerca a mi balcón. Buscando alguna flor que libar, supongo.
Veo su silueta entre los peces y las gallinas.
Se me detiene el aliento.
Pienso en mi cámara: no hay tiempo.,
Unos segundos más tarde, se ha ido a otro balcón. A otro lugar, a otro mundo.
Queda su ausencia entre los peces y las gallinas.
Y la tarde del domingo que se va haciendo noche.
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