sábado, 22 de enero de 2022

Vulnerabilidad 7


Cuando te enfermas, regresa la vulnerabilidad. Claro. Peor cuando tu doctor te sugiere que te aísles durante, por lo menos una semana. Y encima de todo esto, la máquina donde ves Netflix decide enfermarse también y su doctor está fuera de la ciudad. 

Entonces los días se hacen larguísimos. El tiempo pasa despacísimo. La soledad se hace mucho más pesada.


Y, de pronto, tienes visitas sorpresa: cuando me di a la tarea de regar las plantas del balcón, algunas de las cuales (como esta) tengo que mudar al lavadero en el patio interior, descubrí, en el tránsito de vuelta al balcón, que estaba habitada. Temí perder al huésped en el recorrido, pero llegó con bien al balcón. Quién diría que haría relación con una mantis bebé, que esta mañana había desaparecido.



O revisas las fotos que sacaste en tu última caminata matutina de la semana pasada y descubres que la parvada de aves que creíste haber perdido, de hecho se coló, como bokeh, casi imperceptible, en una de tus fotos de la malla que separa el condominio del súper. Y piensas que qué suerte tuviste. 




La vida, en la enfermedad/soledad, adquiere una lógica propia. Diferente. Peregrina.


Como una flor roja, cuyo nombre desconoces, que vuelve a adornar tu balcón después de casi un año de silencio:




jueves, 13 de enero de 2022

hallazgo 33

(o hallazgo 31 continuado)


En el hallazgo 31 hablaba de mi calidad inherente de monstruo, una sensación que ha estado a mi vera siempre y que, a pesar de los años de terapia y meditación, no había acabado de conocer, de identificar. Y antier, picando ajos para guisar unos nopalitos según la receta de mi comadre, de pronto supe: Esa certeza de monstruosidad es, ni más ni menos, la secuela, el rescoldo, del abuso sexual de la infancia: la sutil sensación de que la mala soy yo, de que la equivocada soy yo, de que la sucia soy yo, pero no en palabras, sino más bien en el miedo, en la vergüenza, en la inseguridad que durante mucho tiempo sentí que me definían como persona; la sutil sensación de que hay algo inherente en mí que debo ocultar a toda costa a riesgo de ser descubierta y rechazada. Hoy puedo ver que el presunto monstruo era más bien una personificación tergiversada de la desprotección y el maltrato vividos como niña.

Hoy sé, pues, lo que es y sé que eso no soy yo ni me define, ni me identifica, ni me nombra.  (Yo", en última instancia, ni siquiera es una entidad sólidamente existente.) Es parte de una experiencia, pasada, sucedida hace mucho tiempo, cuyo rescoldo a veces vuelve a arder, pero que una vez identificado, me permite soltar con mayor contundencia (y, al mismo tiempo, con más ligereza) el estado emocional presente que se dispara .


Nota para mí:  Mi pleito con el espejo, con mi reflejo más o menos monstruoso, puede/debe estar relacionado también con esa misma certeza desencaminada que, a fin de cuentas, es solo un pensamiento, equivocado y pasajero, a pesar de su aparente persistencia.

Otra nota para mí:  Mi incapacidad para terminar de soltarte puede/debe estar relacionada también con esa misma certeza desencaminada, que en ti creyó encontrar la forma definitiva de desmentirla, otro pensamiento, equivocado y pasajero, que carece de solidez y de sentido.


miércoles, 12 de enero de 2022

Vulnerabilidad 6

Han pasado casi 7 años desde mi última entrada con este tema, sin que eso quiera decir que la sensación no haya estado presente en muchos momentos, si no en todos. Pero antier mi amiga Frida la nombró ("Estoy vulnerable", dijo) y yo la reconocí ("Yo también estoy vulnerable", dije, mientras nos abrazábamos y se me/nos quebraba la voz). "Está bien estar vulnerable", dijo Frida (quizá no exactamente en esas palabras). 

Esta vez la vulnerabilidad se manifestó con una migraña marca diablo y unas ganas incontenibles de llorar. Me eché la migraña (con las pastillas correspondientes) y no me dejé llorar hasta ayer, en una larga, pero quizás más que nada intensa, plática con mi hijo. Y pensé que el llanto no se iba a acabar, pero se acabó (hasta la próxima).

Vulnerabilidad, esta vez, ha sido conectar con la vulnerabilidad de otros y las historias traumáticas compartidas, más allá de lo sabido. Saber que todas las tenemos, en mayor o menor medida, y que a veces están más a flor de piel que otras. Vulnerabilidad es saber que en esa misma sensación tan en carne viva está la fuerza, no para superarla (que no necesita ser superada), sino para vivirla, aceptarla y verla como puente hacia la conexión con otres. Vulnerabilidad es sentir, sabiendo que nada es sólido ni permanente, y tener la disposición para experimentar el dolor y dejarlo pasar, como una hoja que se lleva la corriente de un río. Vulnerabilidad es expresar, hablar y ser escuchada hasta donde te puedan escuchar.

Y vulnerabilidad es hoy para mí, por raro que parezca, esto foto del Popo desde la ventana de la escalera de casa de mi comadre, pintado de rosa por el atardecer y con la fisonomía cambiada, por tanto actividad volcánica, por tanto tiempo, por tanta vida.






martes, 4 de enero de 2022

Invitado: Karmapa 17


Desarrollar amor verdadero


Podríamos querer deshacernos de una relación problemática, sin abordar la causa subyacente de esos problemas, en nuestra mente y nuestro corazón. Hay un dicho tibetano: "Estás enojado con el yak, pero fustigas al caballo". Esto nos recuerda cuán ridículo es responder solamente a las cosas que no son la causa verdadera de nuestra infelicidad. El amor y el bienestar emocional yacen dentro de nosotros, no fuera. Por lo tanto, para desarrollar amor verdadero y para tener relaciones sanas, no hay otra forma: necesitamos  indagar en nuestra mente y nuestro corazón. 

El amor verdadero nos puede sostener cuando aprendemos a abordarlo de la forma apropiada. Para que el amor sea duradero y sano, el lugar donde empezar es viendo el potencial sano que tenemos en nuestra mente y nuestro corazón. Debemos conocer tanto los defectos como las buenas cualidades que yacen dentro de nosotros. Esto significa reconocer la capacidad que tenemos para el amor real y enfrentar el apego y el odio que también podríamos tener. La capacidad para el amor duradero descansa dentro de nuestro corazón, pera también lo hacen los obstáculos para amar bien: nuestros hábitos egocéntricos, nuestros apegos, nuestras aversiones y nuestras expectativas.  


fragmento de mi altar












Original en inglés y fuente,   aquí.  / Traducción al español e imagen, mías.


sábado, 1 de enero de 2022

¡Bienvenido, 2022!

 


Así empezamos el año hace unas cuantas horas. En Salto Chico. Juntos. Con familia. En familia. Qué mejor manera de seguir resignificando el término que  para mí prácticamente había perdido todo sentido al paso de los años (o había adquirido incluso un sentido peyorativo).

Hoy, y desde hace tiempo sin haberlo asumido plenamente, familia son amigos. Como Ángeles con quien llevamos alrededor de 20 años de amistad, amistad que se ha derramado a nuestros hijos. O como Frida, desde hace unos 10, cuando empezamos como maestra y alumna, hasta que la cosa se transformó, también, en amistad y desde esta pasada navidad, se profundizó aún más, reflejando la convivencia de todo el año e incluyendo a su Frida mamá, y a Lupita, a Cecilia, a Luz, a Alexa, a Fabi, a Emilio. Y, por supuesto, familia es mi hijo y es Yare, mi nuera. Todos juntos ayer, sin demasiada planeación, pero con harto cariño.

Jugamos. Comimos. Brindamos. Bebimos. Agradecimos. Y seguimos jugando. 

Y hoy, durante el retiro de invierno, otro amigo y guía, Mitra Mark, me recordó este verso/instrucción del poema "Midnight Freedom" ("Libertad a la media noche") de nuestro maestro, Dzogchen Ponlop Rinpoché, que ilustra con precisión mi experiencia de este fin de año y es un recordatorio buenísimo para el año que empieza:

If you want to be loved, don't forget to open your heart 

*

Si quieres ser amada, no olvides abrir tu corazón