En meditación descubrimos nuestra inquietud inherente. A veces nos levantamos y nos vamos. A veces nos sentamos ahí, pero nuestros cuerpos se agitan y se retuercen y nuestras mentes se van lejos. Esto puede ser tan incómodo que sentimos que es imposible quedarnos. Sin embargo, esta sensación nos puede enseñar no solo sobre nosotros mismos, sino sobre lo que es ser humano: realmente no queremos quedarnos con la desnudez de nuestra experiencia presente. Mantenernos presentes es ir a contracorriente. Es entonces cuando solo la gentileza y el sentido del humor nos pueden dar la fuerza para asentarnos: así que cuando divaguemos, nos animamos con gentileza a "quedarnos" y asentarnos. ¿Estás experimentando inquietud? Quédate. ¿El miedo y el odio se han salido de control? Quédate. ¿Te duelen las rodillas y te punza la espalda? Quédate. ¿Qué hay para comer? Quédate. ¡No aguanto ni un minuto más! Quédate.
Original en inglés y fuente, aquí. Traducción al español e imagen, mías.
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