martes, 31 de mayo de 2022

.carta. .dulce.

Tomó el trozo de papel con las manos aún pegajosas por la cajeta que se había robado de la alacena secreta de su mamá. Necesitaba algo dulce después de la comida, sobre todo los días en que su madre no volvía del trabajo para comer con ella después de la escuela.

Sabía que a su mamá le gustaban las cosas limpias, pero no tenía tiempo de lavarse las manos antes de escribirle o dibujarle esta carta. Quería dársela en cuanto cruzara el umbral de la puerta de casa.

Entonces se dio cuenta que sus dedos habían dejado un rastro de huellas color café en algunos puntos del papel y decidió que el efecto sería mejor si completaba el camino. Así que se puso manos a la obra con los dedos de ambas manos, después de tocar con suavidad la superficie lustrosa del tarro de cajeta.

Dejó que sus dedos bailaran, corretearan y jugaran a las traes, incluso que se besaran sobre el papel. Y se sorprendió cuando empezó a surgir la imagen de una mariposa hecha de huellas digitales de azúcar y leche: Una mariposa con alas en forma de corazón que cantaba: Te quiero, te quiero mucho, mamá. Y que pedía: Quiéreme de vuelta tú también, mamá, aunque no me haya lavado las manos. Quiéreme de vuelta, aunque parezca más una polilla que una mariposa.


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