Hace unos días, iba yo de salida del condominio a encontrarme con mi hijo cuando divisé a estos dos seres a la orilla de la alberca. Una zanata seguro, la figura parda y esbelta de la derecha y, con sorpresa y gusto, me di cuenta de que a su lado, la figura rechoncha y despistada, estaba su polluelo. Y, claro, de inmediato saqué mi camarita rosa. En la imagen que ella recogió, parece que ambos miran, como a la espera de algo, de alguien. En la escena en vivo, el polluelo se movía torpemente y la madre parecía ayudarlo a pararse sobre sus dos patas y a orientarse en el mundo
Y eso nos toca como mamás. Ayudar a los hijos a pararse sobre sus dos pies, orientarse, y luego, emprender el vuelo. Como hicieron con nosotras, más o menos. En el camino de acompañar, yo por lo menos me he perdido varias veces y me he encontrado tantas otras. Maternar ha sido la tarea más desafiante a la que me he enfrentado en toda mi vida y, aun con dudas, hoy reconozco que lo he hecho suficientemente bien (como diría Winnicott), a pesar de que mi modelo de maternaje tuvo muchas carencias, fruto de la orfandad temprana de mi propia madre.
Ver a la zanata con su polluelo me conmovió. Y recordé cómo las enseñanzas budistas suelen aludir al amor materno como ejemplo de amor incondicional. Quizá no siempre lo sea tal cual, pero sin duda es una de las vías que nos han traído a la vida. Y para mí, ha sido, además, una vía para sanar mis propias heridas.
Así que hoy me celebro, y celebro a mi mamá, y celebro a mi hijo y nos celebros a todos los seres que, a lo largo de vida incontables, hemos sido madres e hijos e hijas, unas de otros.
Así es amiga querida,te abrazo esperando vernos yaaaa!!
ResponderBorrarSupongo que eres Susy... Te abrazo de vuelta y veámonos pronto, sí, porfis...
BorrarSí soy yo!!no sé por qué salió anónimo 🤷
BorrarAlgo cambió en blogspot, supongo. Prueba a volverte a registrar...
BorrarSantiago comentó en fb:
ResponderBorrarprecioso el bebo zanate para celebrar el día de las jefas c: