Sin proponérselo casi, llegaste allí con Staci, en una especie de búsqueda sin razón. Ambas habían visto la peli: ella, con su hija y una mujer mayor, allá en Saskatchewan, a la mitad de Canadá, en un club de cine asociado a una iglesia. Tú, en la Cineteca Nacional con Santiago y Pilar.
Más de 4 años después de su lanzamiento, un hilo invisible les propuso ir a buscar el lugar donde se había filmado. Porque sí. Se te cuela en la memoria la imagen de una exalumna joven, muy joven, aspirante a actriz, que se sacó una foto en ese mismo sitio.
Ya no recuerdas a quién se le ocurrió la idea, si a ti o a Staci Quizá a ambas. Por qué no. El airbnb estaba en la Escandón, pegadito a la Condesa y de ahí a la Roma Sur no quedaba nada. Tú sin smartphone; ella, sin poder usar el suyo. Y una trozo arrancado de una antigua Guía Roji que les prestó su anfitriona las llevó hasta el sitio. Tú leíste el mapa casi con los dedos (la vista no te ayudó demasiado). Y el hilo invisible las condujo. Porque sí.
Cuando ya estabas segura de que estaban cerca, a unos cuantos pasos, te entró una emoción inexplicable. Staci la compartía. Una cuadra solo de Tepeji entre Monterrey y Tonalá. ¿Qué significó llegar a la casa donde se filmó Roma? te preguntas hoy. Who knows: una culminación extraña o una anticulminación de un no proyecto.
Sacaron algunas fotos (¿cómo no?) y compartieron la sutil frustración de no poder ver a través de los cristales translúcidos del garaje de Tepeji 22. Pero habían llegado hasta allí. Al final, recorrieron el resto de la cuadra hasta la siguiente esquina donde las esperaba un colorín con flores y con algunos frijolitos rojos de la suerte en la banqueta. Recogiste uno para ella y uno para ti.
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