Antes que nada, extraño la llamada de mi tía Olga, que nunca dejaba pasar este día sin felicitarme. Hoy nadie me llama, pero me acuerdo de ella y me siento felicitada. Quién me diría que la tradición que ella inició me haría darme cuenta de la importancia de una de las actividades de mi vida que inicié sin demasiada conciencia (enseñando inglés recién salida de la prepa para ahorrar diner para poder irme de viaje a Europa con un amiga) y que hoy se ha vuelto cada vez más central e increíblemente disfrutable.
Como ha dicho mi maestro espiritual, Dzogchen Ponlop Rinpoché, cuando más aprende uno es cuando enseña, así que poder hacerlo es sin duda una bendición. Y también ha dicho cómo un verdadero maestro es una suerte de espejo para el discípulo quien, en al camino, acaba por encontrarse con el maestro último: su propia naturaleza iluminada más allá de etiquetas, de conceptos, de un yo.
Desde esta perspectiva tan amplia, todo se vuelve un maestro si tenemos los ojos y el corazón abiertos: las nubes, el hijo, mi gata, mis tristezas, sus enojos, las pérdidas, los dolores y los gozos, la luna, las amigas y quienes dejan de serlo, los azotes y los éxtasis, la letra de esa canción...
Un maestro o una maestra es todo aquello que nos ayuda a florecer y a abrirnos más allá de donde pensamos que sería posible, como lo va haciendo esta flor que nos dejo a todos aquellos que me han ofrecido la posibilidad de llegar más allá de mí misma:
Siendo maestras nos encontramos, así que eso ya ha sido un regalo de ser maestras !! Y coincido que quien más ha ganado en este camino de enseñar/aprender he Sido yo❤️❤️❤️
ResponderBorrarUn abrazo, querida, por todo el camino compartido y lo que falta... 🛝
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