martes, 19 de diciembre de 2023

N * a ** v *** i **** d ***** a ****** d********


La semana pasada salimos Santiago y yo una mañana, más o menos temprano, a resolver pendientes: las losetas para el cuarto de servicio de Salto Nuevo, el pago de una deuda en el banco, una maceta para los rosarios que ya están echando raíces, el pago de otra deuda en otro banco. Nos repartimos las tareas: yo iría a la tienda de pisos y él, al primer banco. Como terminé antes, caminé para alcanzarlo. Y entonces me salió al encuentro una esfera-globo de navidad, plateado, cuadriculado, con estrellas. Seguramente se habría desprendido de alguna decoración, supongo que de un puesto de lotería y pronósticos. Lo recogí y pensé en devolverlo, pero como no vi de dónde se había desprendido, decidí que la vida me lo había regalado y me lo llevé; incluso intenté un autorretrato navideño que quedó así:










Resultó que Santiago apoyaba mi iniciativa decembrina, aunque no se sumó a ella activamente. Al día siguiente, durante mi caminata matinal, recogí una varita de jacaranda y pensé que podría servirme para armar algún adorno con el globo, una minidecoración de fiesta. Luego me acordé que tenía un par de esferas de verdad guardadas en el mueble del comerdor. Las saqué y acomodé las tres piezas en la varita, que a su vez, enterré en la tierra de una maceta. 

Así se veían:

como diciendo: "para que no se diga que en esta casa no llega la navidad".

Al día siguiente, antes de que nadie hubiera visto la decoración, pensé que las esferas peligraban y mejor desmonté todo. Cuando llegó Santiago, le pedí que me ayudara a encontrar un lugar y un montaje para el adorno. Se nos ocurrió que el globo quedara en medio, flanqueado por las dos esferas, pero no hallamos dónde sujetarlos. Entonces, pensé que mejor sacaba las esferas y las colgaba con lacitos de la planta del amor y después ya veríamos qué hacer con el globo.
Logré calgar la primera, con la sensación de fondo de que en cualquier momento se caería y se haría trizas. Eso sucedió, tal como lo imaginé, con la segunda. Quedó un trozo de esfera partido, rodeado de añicos rojos y blancos. Y yo, súper frustrada.
Santiago, que me veía desde la sala, comentó algo como "se resiste la navidad". Ya no estoy segura si antes del "resiste" añadió un "te" o un "nos" o nada más.

Hoy el globo/esfera anda rodando por el piso y por los muebles, como juguete nuestro y de la gata, y la esfera única se esconde entre la hojas de la planta, cambiando de aspecto según la luz que le pegue:












Y en mi balcón luce una nochebuena, planta que no me gusta demasiado pero que  me llegó como regalo de agradecimiento durante la celebración de los 80 años de una amiga. Consideré regalarla a mi vez pero, al final, la dejé colarse en mi vida:



Así vamos llegando, a trompicones, a esta navidad...

2 comentarios:

  1. A mí no me llegó ni ese espíritu navideño 😩estoy feliz de estar con mis hijos, eso sí!!!
    Susana (no me deja publicar con mi nombre)

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    1. Disfruta a los hijos... Te mando un abrazo calientito con espíritu del que te venga bien 🧝‍♀️

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