jueves, 28 de noviembre de 2024

Invitado: Thrangu Rinpoché


Cuando, en medio del surgimiento del enojo, ves y experimentas su vacuidad directamente, entonces se pacifica naturalmente. Esto funciona con cualquier otro tipo de sufrmiento, o con cualquiera de las otras kleshas* también. Es simplemente el reconocimiento de que en realidad no hay nada ahí. 

Este es el camino del reconocimiento de la naturaleza de las kleshas.*

*Klesha es un término sánscrito que se refiere a los estados mentales afligidos, entre los cuales los 3 principales son el enojo, el apego y la ignorancia. (N. de la T.)


apariencia / vacuidad
siluetas matutinas

Original en inglés, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Invitado: Dzongsar Jamyang Khyentse Rinpoché


El pánico es casi como una coyuntura crítica. Es durante el pánico que desarrollas ya sea un nuevo hábito malo o un muy buen hábito, como un buen hallazgo. El pánico es una bendición... Creo que el pánico te deja tan desnudo, tan vulnerable; y cuando estás tan vulnerable, es una muy buena oportunidad . Es esta vulnerabilidad parcial: esta es una maldición, te lo digo. Porque siempre te da algún tipo de esperanza ciega y estúpida; siempre hay algunos barandales estupidos de los cuales puedes agarrarte. Pero cuando no hay nada de lo cual agarrarnos, entonces es una buena oportunidad para enfrentar la ausencia de referencia. 

Enseñanzas sobre bardo y aspiración, Río (Brasil), 2014



Original en inglés, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Día de mi tía Olga


Me fui al diccionario en busca de apoyo para hablar de mi tía Olga, que hoy cumpliría 109 años.

(No puedo evitar acordarme de un juego de palabras y números que hacíamos cuando era chica —en los primeros años de la primaria cuando fuimos descubriendo el universo de los símbolos— que era una respuesta a la pregunta "¿Cómo te sientes?". Yo, y mis amigos supongo, escribíamos: Me 109 cita [o Me 109 cito según nuestro género] y nos sentíamos soñadas o soñados). 

Bueno, el caso es que en el diccionario busqué las palabras "amparo" (segundo nombre de mi tía Olga), que me llevo a "amparar", que me llevó a "refugio", que me llevó a "refugiar", pero ninguna de las definiciones se acercó a lo que yo sentía cuando estaba cerca de mi tía Olga. Al final, caí en "guarecer", que aunque como palabra no me gusta tanto (y menos aún su sustantivo "guarida"), sí que se acerca más a mi sensación, sobre todo en dos de sus acepciones:
1. tr. Acoger a alguienponerlo a cubierto de persecuciones o de ataquespreservarlo de algún mal y
6. prnl. Refugiarse en alguna parte para librarse de un daño, o de las inclemencias del tiempo.

Y sí, yo me sentía guarecida cuando me quedaba en la mesa de la terraza de la casa de Jalisco 222 antes 800 en la colonia Las Palmas de Cuernavaca, jugando canasta con mi tía o cuando me guarecía en su departamento, el 301 del 704 de Avenida Coyoacán, casi esquina con Eugenia (el Eje Vial número 5) en la colonia Del Valle, leyendo el Tele*Guía a escondidas en su cuarto, comiéndome una tostada de pollo con su incomparable salsa verde (hecha con el tomate crudo) y un vaso de coca cola, o merendando un café con leche grande, acompañado, quizás, de un sándwich o un pan dulce.

¿De qué me guarecía mi tía? De la confusión y el abuso. Del silencio y la carencia emocional. De la locura y la doble moral. De las mentiras y la violencia que suponen. Del miedo y la inseguridad. De las inclemencias familiares, pues.

Mi tía me acogía con naturalidad total, espontánea y amorosamente, no sé si con plena conciencia o sabiendo intuitivamente lo que yo necesitaba, lo que para mí significaba ese espacio seguro que me brindaba. A mi mamá también se lo ofreció de niña y de adulta y probablemente la sostuvo más de lo que cualquiera se daba cuenta. Quizá por ello mi papá la quería tanto también y la respetaba. Aunque mi hermano compartía muchos de esos espacios familiares, no me parece que el vínculo con él haya sido tan medular, pero una nunca sabe (ni sabré).

Tampoco puedo dejar de pensar que probablemente la entristecería saber del distanciamiento entre su hija Olga Adelaida (Olguita) y yo, pero mejor que no lo haya atestiguado. Y aunque mi tía ya no esté en persona cerca de mí, ese amparo/refugio/guarida que fue para mí durante tantos años sigue siendo y será un fundamento/base/apoyo de mi cordura y de mi (mayor o menor) madurez emocional.

Como siempre, tía, te extraño, te conjuro, te convoco, te pienso, te amo y te dejo por aquí estas hermosas flores blancas con una pincelada de rojo que me encontré caminando por la calle hace un par de día. Así te celebro y te deseo felicidad mucha, amor mucho y que hayas trascendido (o estés trascendiendo) el sufrimiento:






 

sábado, 23 de noviembre de 2024

Día de doña T


Hoy ha sido el día de doña T, cuando pienso en ella en especial aunque se cuele en muchos otros momentos del año, sobre todo cuando visitamos a mi comadre en la casa que compartieron en Chimal, primero al lado de don Pepe y luego ellas dos.

Cuando pienso en doña T, me acuerdo de cómo le gustaba escuchar más que hablar, pero cuando hablaba era contundente. Me acuerdo que nos sentábamos en su cuarto a ver alguna película y se echaba a Almodóvar como si nada. Me acuerdo que no comía mariscos, a raíz de alguno que le cayó mal, y que no le gustaban las aceitunas. 

Con doña T bebíamos el té de la casa (una mezcla de té limón y flor de azahar, más del primero que de la segunda), aunque no sé a quién se le ocurrió la mezcla relajante, perfecta para antes de dormir. No jugaba cartas con nosotros, pero nos acompañaba desde su cuarto. Cuando empezaba a enfriar el clima se cuidaba, siempre de chaleco o chal y cada navidad o reyes nos dábamos regalos, tradición que continuamos con María Eugenia, y ahora con Yare, que no conoció a doña T, pero se siente como si sí. 

A doña T, Santiago de muy pequeño, la invitó a echarse una marometa cuando se quedó un rato con ella, mientras su papá y yo visitábamos la iglesia del pueblo, donde se bautizó sor Juana, guiados por la arqui, o sea, mi comadre María Eugenia. No se echó la marometa, pero lo cuidó mientras no estábamos. 

Con doña T, fuimos a alguna celebración en casa de mi tía Marisa, sus 89 y quizás sus 90, y ella y sus hijas eran la familia que me sostenía en presencia de la familia que no me había sostenido demasiado. Recuerdo a doña T, y a María Eugenia, visitándonos en  la calle de Narciso tras el nacimiento de Santiago, cuando yo no paraba de llorar y las recuerdo al pendiente nuestro, siempre. Fueron las primeras en llegar, junto con Graciela, la abuela paterna de Santiago, para celebrar el primer año de nuestro chilpayate. 

Así nuestra vida entretejida con la de doña Teresa, nuestra familia más allá de los lazos de sangre. Le agradezco siempre su compañía y su solidaridad, su sonrisa discreta y sus palabras precisas.

Y hoy, en el aniversario del día que murió (al que llego rayando, pero llego) le dejo mi cariño todo y esta foto del volcán, que tomé desde su casa donde se vuelve a ver (con árbol y fumarola y los primeros rayos del amanecer) desde la ventana de la escalera. No sé si lo consideraba suyo, pero fue compañía constante durante todos sus años en Chimal:



Ojalá esté, doña T, en el camino claro hacia la felicidad duradera. 


viernes, 22 de noviembre de 2024

Día de Marta Cecilia

 

Hoy se celebra a santa Cecilia y yo pienso en mi mamá, cuyo segundo nombre era el de la santa patrona de la música, supongo que por haber nacido un día como hoy.. No recuerdo que nadie la llamara así. Su primer nombre fue el que usó toda la vida: Marta sin hache, quizás Martita para mi tía Olga y otras tías, Martucha me suena también pero ni idea quién le podría haber dicho así.

Escucho la "Fantasía para un gentil hombre" de Joaquín Rodrigo que también nació en un día como hoy, según explica El Coleccionista. No creo que esto a mi mamá le hubiera importado demasiado. A mi papá, quizás. Ya pasó el "Himno a Santa Cecilia" de Benjamin Britten, que abrió la programación de hoy y que no pude escuchar completo.

Hoy mi mamá hubiera cumplido 90 años, como los cumplió Khenpo Rinpoché el pasado marzo, como los hubiera cumplido también mi papá el pasado 16 de agosto. 

Hoy es un día más de un otoño que no ha sido fácil y se me mezclan las emociones: el anhelo y el extrañamiento con la sensación de carencia y hueco. Para complicar un poco más las cosas, mi gata Khandro, una señora gata de 9 años, tampoco la está pasando bien desde que se me ocurrió adoptar a una gatita de una año, Luna que se iba quedar sin casa tras haber criado a tres gatitos. La Khandro está inquieta, estresada y muy descontenta con la nueva inquilina. Al principio, la Luna no le hacía caso, pero ahora están más en modo enfrentamiento (que no ha pasado de un zarpazo al aire por parte de la Khandro), pero que a mí también me tiene inquieta, estresada y preguntándome cómo gestionar la situación.

En fin, que esto no tiene nada que ver con mi mamá y ni siquiera me imagino una plática con ella en que se lo contara. Dejamos de hablar hace tantos años que ya no me acuerdo cómo era. 

La celebración del día del músico en El Coleccionista cierra hoy con la obra "Para Santa Cecilia, oda ceremonial" de Gerald Finzi. Y yo cierro esta entrada para el día de mi mamá, extrañándola y deseándole paz, tranquilidad, amor.

Y compartiéndole las violetas que estaban en botón hace unos días y que hoy están plenamente abiertas:














Te quiero, ma.


jueves, 21 de noviembre de 2024

Invitado: Dzogchen Ponlop Rinpoché

 

EL FLUJO


No encuentro ningún lugar
Dondo no haya viento
Así que oigo
El sonido de este mundo divagando

Parece que no puedo descansar
Sin el movimiento de los pensamientos
Así que veo
El mundo en blanco y negro

Parece que no puedo encontrar
La mente plácida, tan espaciosa
Así que siento
El flujo de las emociones haciendo carreras

Hong Kong | 03-13-2012


Original en inglés, aquí.
Traducción al español, mía.

martes, 19 de noviembre de 2024

Día de Mausy


A 6 meses de cumplir 20 años en esta casa, en este hogar, el depa de La Arboleda, pienso, como siempre en esta fecha, en Mausy, gracias a quien Santiago y yo tenemos este espacio que llamamos nuestro.

Hoy recuerdo y celebro a la tía a quien nunca le dije tía compartiendo estas fotos de tres habitantes vegetales de mi hogar, cuando están a punto de florear. Tres violetas con sendos botones. Dos de ellas son hijas de otras que ya no están pero que están en sus descendientes; la otra llegó de Salto Chico donde la encontré medio abandonada.




















Y estas otras de tres violetas con flores abiertas en pleno.
Todas hijas regalo de plantas madres cultivadas por otras manos:


















Gracias, Mausy, por regalarnos un espacio donde florece la belleza.

lunes, 18 de noviembre de 2024

Invitado: Chögyam Trungpa Rinpoché


Buda no se puede evitar. Buda está en todas partes.  Las posibilidades para la iluminación están por todos lados. Ya sea que te vayas a casar mañana, ya sea que vayas a morir mañana, lo que sea que puedas sentir, esa cualidad despierta familiar está en todas partes, todo el tiempo. Desde este punto de vista, todo es una huella de Buda, cualquier cosa que suceda, ya sea que la consideremos sublime o ridícula. Todo lo que hacemos —respirar, tirarnos un pedo, que los mosquitos nos piquen, tener ideas fantásticas acerca de la realidad, pensar pensamientos inteligentes, jalarle al excusado—, lo que sea que ocurra es una huella. 


on the road


Original en inglés y fuente, aquí. 


lunes, 11 de noviembre de 2024

Invitado: Ajahn Chah


Hay un millón de maneras de practicar el Dhamma.* Las cosas que se pueden decir sobre la meditación no tienen fin. Hay tantas cosas que nos pueden hacer dudar. Solo sigue barriéndolas, entonces ¡no hay más duda! Cuando tenemos un entendimiento correcto como este, no importa dónde nos sentemos o caminemos, hay paz y soltura. Donde sea que meditemos, ese es el lugar al que traes tu conciencia. No sostengas que uno solo medita mientras está sentado o caminando. Todo y en todas partes es nuestra práctica. Hay conciencia todo el tiempo. Hay atención plena todo el tiempo. Podemos ver el nacimiento y la muerte de la mente y del cuerpo todo el tiempo y no dejamos que nos agobie el corazón.  Suéltalos constantemente. Si llega el amor, déjalo volver a su hogar. Si llega la codicia, déjala volver a su hogar. Si llega el enojo, déjalo volver a su hogar. ¡Síguelos! ¿Dónde viven? Luego escóltalos allá. No te quedes con nada. Si practicas así, eres como una casa vacía. O, explicado de otro modo, este es un corazón vacío, un corazón vacío y libre de todo mal. Lo llamamos un "corazón vacío", pero no está vacío como si no hubiera nada, está vacío de mal, pero lleno de sabiduría. Entonces lo que sea que hagas, lo harás con sabiduría. Pensarás con sabiduría. Comerás con sabiduría. Solo habrá sabiduría. 

Esta es la enseñanza para hoy y te la ofrezco a ti. 

*Equivalente pali del término sánscrito "Dharma" (N. de la T.)

 

corazones en el cielo



















Original en inglés, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

viernes, 8 de noviembre de 2024

***** q u i n c e a ñ e r o **********

Y dice la RAE:

quinceañero, ra

1. adj. Dicho de una personaQue tiene quince años o alrededor de esa edadU. t. c. s.


Pero no dice la RAE que un blog también puede cumplir 15 años, como este, que hoy celebra su decimoquinto bloguiversario. Tampoco dice la RAE lo que cabe en 15 años: 180 meses, 9,360 semanas, 65,520 días, 1,572,480 horas, 94,348,800 minutos y 5,660,928,ooo segundos. Ni lo que cabe en un blog quinceañero: 3,398 entradas, de las cuales 3,179 (incluyendo esta) están publicadas y 219 están en borrador.

HOy hace exactamente 15 años que publiqué, a las 5:06 pm, mi primera entrada en este blog, un haikú para mi maestro, Dzogchen Ponlop Rinpoché. Entonces era domingo; hoy es viernes y la entrada se publicará después de mediodía. Hay 15 entradas más donde aparece, de uno u otro modo, Ponlop Rinpoché.

Cuando salió esa primera entrada, yo tenía 46 años y mi hijo, 13. Hoy tenemos 61 y 28. La Ñaña aún no se había mudado con nosotros y ni la Khandro ni Cleopatra, su mamá, habían nacido todavía. Hoy la Khandro tiene 9 años y la Ñaña murió hace 4. La Luna, nueva integrante de la familia, llegará mañana 9 después de su paso por el veterinario.

Podría seguir haciendo cuentas, pero no acabaría.

Sí puedo enumerar algunas cosas más contenidas en estos 15 años de blog: los días de pandemia y confinamiento en Madrid (muchos se llaman "HOy"); examores, examantes, exparejas (Rex, Adrián, H, R, jri); paseos por Barcelona en pandemia después del confinamiento; algunas cartas; muchas muchas muchas imágenes y muchas muchas citas de maestros budistas en mis traducciones; ofrendas de muertos y muertos amados (Dasha, Judy, mi suegra, mis papás, mi tía Marisa, mi tía Olga, Mausy, doña T); amigues y examigues (J, Mariaeugenia, L, N, B, Ángeles, Pili); recuerdos de infancia e historias cotidianas; amaneceres, atardeceres, otoños; nubes, lunas, soles, eclipses, el mar; sueños, pesadillas, anhelos, listas de cosas de colores diferentes; cumpleaños de los vivos y cumpleaños de los muertos; pérdidas, llantos, enfermedades; alegrías, risas y sanaciones; reconciliaciones y reflexiones más o menos existenciales (quizás más bien azotes); efemérides y definiciones del diccionario, doña Cirila y el festival Miquixtli de hace un año; variedad de insectos (mayates, escarabajos, catarinas, mantis religiosas, chapulines, avispas, abejas, arañas) y animales de mayor envergadura (gatos, perros); mi gente (Santiago, Yare, Frida, Joana...); doña Pina y su balcón (y su gato Parsimonia de cuando era niña)...

Alguna vez alguien me sugirió monetizar mi blog y le dije que no. El blog, el ámbito de estos reflejos que juegan, es un espacio de libertad total (en la medida en que la libertad puede ser total) donde hago lo que se me da la gana (en el mejor sentido de la frase). Qué necesidad, pues, de atarlo a nada.

Y como cada año que celebro el bloguiversario, va mi gratitud toda a quienes se pasean por aquí (con o sin nombre) y leen y comentan y hasta comparten lo que se encuentran. Sin ustedes, espejos de mis entradas, espejos de mí mirada, este espacio carecería de sentido. 

Cierro hoy con cuatro (aunque me gusten más los números nones) imágenes recientes: una luna creciente y roja, una violeta morado claro que solía florear en enero y ahora (su tercera vez) lo está haciendo en noviembre, una araña con tocado amarillo visitante otoñal recurrente, y el amanecer de hoy:





















Y a por los dieciséis...

lunes, 4 de noviembre de 2024

Día de Muertos 10



Con cempasúchiles y cerillitos recibí a mis muertos este año y con un altar minimalista: 2 veladoras, un vasito de agua (por aquello de la sed y el viaje) y un platito con sal (por aquello de la purificación y la preservación). Pensé que eran los dos elementos más importantes junto a las flores (puente para conectar a los vivos y los muertos y guía aromática para el regreso de los segundos) y la luz de la velas (guía luminosa y recordatorio de que la vida y la muerte son parte de un ciclo continuo). Estaba mi muerte vestida de novia, que siempre está, y mi Buda viajero, para invocar la compasión y la sabiduría. Invité, además, a mi minina Ñaña que es parte del altar desde aquel que monté en casa de Joana en Barcelona y un armadillo de esos que mueven la cabeza por si alguien se perdía en el camino (me pareció que sería un buen acompañante). Este año no hubo fotos ni otras comidas ni tampoco colaboración en el montado de la ofrenda. Encendí un incienso para honrar a mis muertos 
y medité mientras venían en camino, el 31, que salimos a Chimal.




Allá, por fortuna, mi comadre, como cada año, había montado el altar con todas las de la ley. Además de lo mismo que yo había puesto, ella tenía juguetitos para los muertos niños, que llegaron el 31, y  comida para los grandes (doña Macha, doña T y don Pepe) que llegaron ayer: camote y guayabas en dulce, fruta, tamales, pan de muerto y a las 3 en punto del día primero de noviembre, les llevamos arroz blanco con verduritas, mole rojo, frijoles y un chayote espinudo. Adrián llegó un pelín más tarde porque no encontrábamos su foto, pero llegó y le pusimos, además, unas ciruelas de las de hueso grande que creo recordar que le gustaban. También andaban por ahí la Chara y el Bon, perra y gato consentidos de Chimal. Hubo cohetes para recibirlos a todos y también tequila (para doña T y para Adrián) y mezcal y anís (que eran de don Pepe). 




Me tocó a mí despedirlos a las 3 en punto del mero 2, acompañados por el sonido de las campanas de la iglesia, mientras María Eugenia, Yare y Santiago andaban en el panteón llevándoles flores a los papás de mi comadre.



Así una visita más de nuestros muertos.
Un recordatorio del ciclo de la vida.
Y de la muerte.
Y de nuestra danza continua entre las dos.