El día amanece silencioso. Silencio de domingo y silencio de pascua. Hoy no escuché los cohetes de la Iglesia de Tlaltenango. Anoche, sí, cuando empezaba la celebración de la Resurrección.
Hoy amanezco algo tristona. Hay un desencuentro por ahí que duele. Y alguna fantasía sin base que incomoda, aunque llegan bendiciones para el Día de Pascua, desde allá. (No te aferres, me recuerdo; suelta, me recuerdo.)
Hoy no hay huevitos de pascua ni mona ni conejo de chocolate. Me entero por la tele que la mona, en Cataluña, se celebra mañana, Lunes de Pascua. Había vivido en el error.
También me entero, visitando la RAE, de la interesante procedencia del vocablo "pascua":
Del lat. vulg. pascua, este del lat. pascha, este del gr. πάσχα páscha, y este del hebr. pesaḥ; la forma vulg. pascua, por infl. del lat. pascuum 'lugar de pastos', por alus. a la terminación del ayuno.
Corresponde, pues, a varias celebraciones.
Entre ellas:
1. f. Fiesta, la más solemne de los hebreos, que celebraban a la mitad de la luna de marzo, en memoria de la libertad del cautiverio de Egipto.
2. f. En la Iglesia católica, fiesta solemne de la Resurrección del Señor, que se celebra el domingo siguiente al plenilunio posterior al 20 de marzo.
Tanto que nos hermana, tradiciones compartidas, y nos empeñamos en que la nuestra es la única válida. Y los demás, enemigos. Qué caray.
Hoy hace 11 años de mi primera publicación con este título y 10 de la segunda. Hoy, como hace 11 años, la Pascua coincide con el cumpleaños (106) de mi Dasha tan amada y tan extrañada, el penúltimo domingo de abril.
Hoy pasará como ayer. Las sensaciones ya se desvanecen al momento de surgir, aunque no queramos o podamos verlo.
Acá el atardecer de ayer, de Sábado de Gloria, anunciando la Pascua, y la media luna de la fiesta iluminando el cielo en la madrugada:
¡Felices Pascuas!
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