sábado, 30 de junio de 2012
viernes, 29 de junio de 2012
miércoles, 27 de junio de 2012
martes, 26 de junio de 2012
jueves, 21 de junio de 2012
mi tía Marisa
En el rancho, a los 89 años |
martes, 19 de junio de 2012
Esta
mañana la niebla se cernía ominosa sobre mi balcón, sobre los autos en
el estacionamiento, sobre el techo del supermercado al otro lado de la
barda, sobre los árboles de la barranca, borrados casi del
todo. Hacía un frío húmedo, de ese que cala hasta los huesos. Al cabo
de un rato, ambos -el frío y la niebla- se dispersaron con el viento y
con un sol de rayos tímidos.
Comenzó la temporada de lluvias.
lunes, 18 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
sábado, 16 de junio de 2012
viernes, 15 de junio de 2012
jueves, 14 de junio de 2012
Invitado: Sogyal Rinpoché
No habría ninguna
oportunidad de llegar a conocer la muerte si solo ocurriera una vez. Pero, por
fortuna, la vida no es sino una continua danza de nacimiento y muerte, una
danza de cambio. Cada vez que oigo el murmullo de un arroyo de montaña, o las
olas que rompen en la orilla, o el palpitar de mi propio corazón, oigo el
sonido de la impermanencia. Estos cambios, estas pequeñas muertes, son nuestros
lazos vivientes con la muerte. Son el pulso de la muerte, el latido de la
muerte que nos incita a soltar todas las cosas a las que nos aferramos.
miércoles, 13 de junio de 2012
martes, 12 de junio de 2012
lunes, 11 de junio de 2012
domingo, 10 de junio de 2012
sábado, 9 de junio de 2012
bici fija
el placer de ir a ningún lado
o de estar yendo a cualquier lugar
cierro los ojos
subo el volumen de la música
pedaleo con ganas
y sigo donde empecé
el placer de ir a ningún lado
o de estar donde estoy en realidad
o de estar yendo a cualquier lugar
cierro los ojos
subo el volumen de la música
pedaleo con ganas
y sigo donde empecé
el placer de ir a ningún lado
o de estar donde estoy en realidad
viernes, 8 de junio de 2012
jueves, 7 de junio de 2012
Invitado: Ingmar Bergman
Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
miércoles, 6 de junio de 2012
Contentment
Es el aire fresco de la mañana
Es el cielo suavemente nublado
Es el sabor del té negro
con una nube de leche
Y la rebanada de pan tostado
con mantequilla y mermelada de jenjibre y limón
Es el anhelo de una presencia
desde la aceptación de la ausencia
Eres tú y no soy yo
Soy yo y no eres tú
Es aquello que somos más allá de nosotros
Deep within ourselves
Es el cielo suavemente nublado
Es el sabor del té negro
con una nube de leche
Y la rebanada de pan tostado
con mantequilla y mermelada de jenjibre y limón
Es el anhelo de una presencia
desde la aceptación de la ausencia
Eres tú y no soy yo
Soy yo y no eres tú
Es aquello que somos más allá de nosotros
Deep within ourselves
martes, 5 de junio de 2012
lunes, 4 de junio de 2012
Reconciliación 2
Ya en otro momento me había dado a la tarea de buscar la definición del verbo reconciliar y hoy vuelve a aparecerse en mi vida. Y dice así "volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos", citando a la RAE, claro.
"Volver a las amistades" después de 30 años, más en algunos casos y menos en algunos otros. Así fue reunirnos los compañeros a celebrar nuestra salida de la preparatoria hace ya tres décadas. Estábamos quienes nos graduamos y quienes no, quienes pasamos 15 años en la misma escuela y quienes pasaron solo tres, pero se ganaron a pulso el título de "exalumnos de la Moderna", quienes entraron y salieron y volvieron a entrar, quienes simplemente salieron y siguen estando.
"Está igualita (o igualito)." Bueno, quizá un poco de pensamiento mágico, pero el caso es que podríamos reconocernos a pesar del tiempo y, más importante aun, conectar hoy desde el recuerdo de ayer.
"Yo fui tu novia, ¿no te acuerdas?", declaró alguna de nosotras a un caballero recién llegado. La respuesta, "Claro, ¡cómo no!", entre convincente y no tanto.
"Sigues teniendo esos ojitos, tristes" y lo más sorprendente es que un amigo querido de la primaria se acordara de ellos y los describiera, así como recordaba también cómo yo me mecía sentada en la banca de la escuela, con las manos escondidas bajo los muslos y luego no lo dejaba copiar en los exámenes. "¿Y cómo le hará para sacarse puro 10?" Y hasta intentó el truco de las manos bajo los muslos y la mecida para ver si ayudaba. (Luego nos contaron que él también fue "matadito" cuando salió de la Moderna.)
Y con un tequila en una mano y una cerveza en la otra era difícil ver a la niña aplicada. "Eras muy linda; me iba a tu casa y me ayudabas a estudiar", me dijo otra amiga reencontrada. Y luego resultó que teníamos vivencias adultas, de esas para las cuales nadie nos prepara, muy similares. Así como con aquella otra que salió expulsada por "mala conducta" y con quien encontré un canal de diálogo que nunca me habría imaginado.
Y es que resulta que, por fin, somos simplemente personas, que a punto de cumplir los 50 años hemos pasado por experiencias de vida que se encargaron de borrar las etiquetas que alguna vez la famosa Moderna se encargó de ponernos encima. Confieso que de camino a la comida desde mi casa (mi auto, auto de una amiga, carretera, metrobús, café en starbucks y auto de otra amiga) había un dejo de miedo, leve, suave, por las propias imágenes que iba a encontrarme de mí en los demás. ¿Y si no coinciden con quien yo creo que soy ahora? ¿Y si el pasado distorsiona lo que en el presente creo que he llegado a ser? Pues la única manera de responderlas era correr el riesgo.
"Y tú, querido, que me abriste los ojos sobre el primer novio que tuve ya en cuarto de bachillerato." Ahora por fortuna podía darle las gracias al perspicaz colega y reírme de lo sucedido. Así como recordábamos también el juego de ajedrez de tamaño natural donde nosotros éramos las piezas (yo fui torre blanca y alguna de nuestras compañeras llegó montada en un caballo de verdad) mientras otros dos compañeros se disputaban el título montados en las canastas de basquetbol y dando instrucciones a sus piezas en el tablero mediante un micrófono. (Parece de cuento...)
"No sabes cómo me acuerdo de tu presentación sobre Salvador Allende en primero de prepa, hasta me salí de una clase para irla a ver." "Qué bueno que me lo dices; para mí ese fue un año difícil." Conversaciones que se habían quedado en los tinteros de la memoria y para los cuales hoy vuelve a haber palabras y silencios..
Y en cuanto a la segunda parte de la definición de reconciliar, eso de "atraer y acordar los ánimos desunidos", hoy para mí implica acomodar piezas sueltas en mi propio interior para lograr una imagen, que aun cambiante como todo, aparece mucho más balanceada y se enriquece con el reflejo que encuentra en otros ojos, 30 años después, apenas ayer.
"Volver a las amistades" después de 30 años, más en algunos casos y menos en algunos otros. Así fue reunirnos los compañeros a celebrar nuestra salida de la preparatoria hace ya tres décadas. Estábamos quienes nos graduamos y quienes no, quienes pasamos 15 años en la misma escuela y quienes pasaron solo tres, pero se ganaron a pulso el título de "exalumnos de la Moderna", quienes entraron y salieron y volvieron a entrar, quienes simplemente salieron y siguen estando.
"Está igualita (o igualito)." Bueno, quizá un poco de pensamiento mágico, pero el caso es que podríamos reconocernos a pesar del tiempo y, más importante aun, conectar hoy desde el recuerdo de ayer.
"Yo fui tu novia, ¿no te acuerdas?", declaró alguna de nosotras a un caballero recién llegado. La respuesta, "Claro, ¡cómo no!", entre convincente y no tanto.
"Sigues teniendo esos ojitos, tristes" y lo más sorprendente es que un amigo querido de la primaria se acordara de ellos y los describiera, así como recordaba también cómo yo me mecía sentada en la banca de la escuela, con las manos escondidas bajo los muslos y luego no lo dejaba copiar en los exámenes. "¿Y cómo le hará para sacarse puro 10?" Y hasta intentó el truco de las manos bajo los muslos y la mecida para ver si ayudaba. (Luego nos contaron que él también fue "matadito" cuando salió de la Moderna.)
Y con un tequila en una mano y una cerveza en la otra era difícil ver a la niña aplicada. "Eras muy linda; me iba a tu casa y me ayudabas a estudiar", me dijo otra amiga reencontrada. Y luego resultó que teníamos vivencias adultas, de esas para las cuales nadie nos prepara, muy similares. Así como con aquella otra que salió expulsada por "mala conducta" y con quien encontré un canal de diálogo que nunca me habría imaginado.
Y es que resulta que, por fin, somos simplemente personas, que a punto de cumplir los 50 años hemos pasado por experiencias de vida que se encargaron de borrar las etiquetas que alguna vez la famosa Moderna se encargó de ponernos encima. Confieso que de camino a la comida desde mi casa (mi auto, auto de una amiga, carretera, metrobús, café en starbucks y auto de otra amiga) había un dejo de miedo, leve, suave, por las propias imágenes que iba a encontrarme de mí en los demás. ¿Y si no coinciden con quien yo creo que soy ahora? ¿Y si el pasado distorsiona lo que en el presente creo que he llegado a ser? Pues la única manera de responderlas era correr el riesgo.
"Y tú, querido, que me abriste los ojos sobre el primer novio que tuve ya en cuarto de bachillerato." Ahora por fortuna podía darle las gracias al perspicaz colega y reírme de lo sucedido. Así como recordábamos también el juego de ajedrez de tamaño natural donde nosotros éramos las piezas (yo fui torre blanca y alguna de nuestras compañeras llegó montada en un caballo de verdad) mientras otros dos compañeros se disputaban el título montados en las canastas de basquetbol y dando instrucciones a sus piezas en el tablero mediante un micrófono. (Parece de cuento...)
"No sabes cómo me acuerdo de tu presentación sobre Salvador Allende en primero de prepa, hasta me salí de una clase para irla a ver." "Qué bueno que me lo dices; para mí ese fue un año difícil." Conversaciones que se habían quedado en los tinteros de la memoria y para los cuales hoy vuelve a haber palabras y silencios..
Y en cuanto a la segunda parte de la definición de reconciliar, eso de "atraer y acordar los ánimos desunidos", hoy para mí implica acomodar piezas sueltas en mi propio interior para lograr una imagen, que aun cambiante como todo, aparece mucho más balanceada y se enriquece con el reflejo que encuentra en otros ojos, 30 años después, apenas ayer.
viernes, 1 de junio de 2012
bereavement
"Suffering the death of a loved one" is how the Merriam-Webster dictionary defines the word "bereaved". The equivalents in Spanish would be something like de luto / en duelo, but the definitions I found do not begin to describe the feeling that arises again when I part your company and I miss you, the same way I missed you during the time we spent together.
I got home and while I exercised before dinner I felt like crying. Tears filled my eyes. They did not reach my cheeks. They gently found their way back in or simply evaporated. If I could only stop remembering our moments of intimacy and complicity. Better still, if I could only stop grasping to our moments of intimacy and complicity. If I could only find the way to love you without hurting. If I could only let you go. If I could only let us go.
I got home and while I exercised before dinner I felt like crying. Tears filled my eyes. They did not reach my cheeks. They gently found their way back in or simply evaporated. If I could only stop remembering our moments of intimacy and complicity. Better still, if I could only stop grasping to our moments of intimacy and complicity. If I could only find the way to love you without hurting. If I could only let you go. If I could only let us go.
If I could only let go...
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