lunes, 24 de marzo de 2014

viernes, 21 de marzo de 2014

Lista 2


por Javier Roselló Iglesias

[Nota mía: El 20 de octubre de 2012, compartí una primera lista sobre los lugares adonde tengo pendiente ir (o volver) y otros adonde no regresaría. Entonces la leyó Javier, que aparecía conmigo en el primer sitio de la lista, y pensó en cuáles serían esos lugares para él y pensó en compartírmelos, contestando mi entrada, pero no lo hizo. Casi un año y medio después, hablamos al respecto, supe de cierto que había leído mi lista y le pedí que me compartiera la suya. Aquí está...]


Cualquier lugar en tu compañía...
Avilés, mi pueblo, repitiendo un viaje como uno de 1980, con múltiples paradas a lo largo de la cornisa cantábrica.
El Valle de Arán, donde Adela y yo extraviamos (o creímos extraviar) una ilusión.
La Ciudad Blanca, donde nos reuniremos gracias a que los relojes no marchan al revés.
La ruta del sur por tercera vez, hacia el Sahara Atlántico, aunque Paco ya no podrá venir.
Berlín, en la segunda quincena de setiembre de año par, con los amigos frikys de los trenes o con quien quiera venir.
Cinco ciudades americanas (Nueva York, Boston, Chicago, San Francisco y Seattle), aunque me conformaría con una, Nueva York.
Patagonia y Tierra de Fuego, para conocer el fin del mundo.
Tu departamento de Cuernavaca y además Tepoztlán y llegar hasta Chimal y cualquier lugar desde donde se vea el Popo.
Tu cuerpo entero.
Algunas islas canarias, empezando por Lanzarote.
Nunca al país de las tristezas y las soledades.
Nunca con los “compañeros” del colegio.
Nunca a un resort playero en el Caribe con todo incluido y pulserita de colores.
Nunca un crucero por el Caribe o el Mediterráneo, salvo las islas griegas en un barco pequeño...

miércoles, 19 de marzo de 2014

Invitada: Lama Tsultrim Allione


Estar en una relación es una de las experiencias más difíciles y fascinantes que tenemos como seres humanos. No se trata de ser perfectos o de tener la relación perfecta. El camino es el fruto.

No creo que haya ninguna otra situación donde nuestra alegría más intensa y nuestra sombra se crucen tan profundamente como en las relaciones íntimas. Si podemos sostener la oscuridad y la luz intensa en el crisol de la relación, podemos experimentar una unión profunda.


De su libro Women of Wisdom (Mujeres de sabiduría)
Fragmento original en inglés tomado de aquí.
Traducción al español del fragmento, mía.

lunes, 17 de marzo de 2014

Bendición


Soñé anoche con Kenpo Tsultrim Gyamtso Rinpoché, maestro de mi maestro, amigo espiritual pleno. Me acercaba a él -sentado en su silla- al final de la celebración por su cumpleaños 80. Nos tomábamos de las manos, nos mirábamos a los ojos y yo sentía su presencia en mi corazón. Luego me apartaba (alguien decía que había pasado mucho tiempo) y me iba feliz. Seguí durmiendo. Desperté y de pronto recordé la escena y volví a sentirme bendecida, con lágrimas en los ojos...


¡Que no estemos separados nunca del maestro perfecto!

Momento relativo


Al despedirnos en el chat esta mi tarde/tu noche (creo, aunque ya no estoy segura), calculamos cuándo podríamos conectarnos otra vez:

: Tras 30 años, ¿qué son 8 horas?
Yo: Una vida son 8 horas - los 30 años pasaron ya...

Y cuando hablamos en tu madrugada-casi amanecer/mi noche, me dijiste cuánto te había gustado ese cálculo. Diría que nos hemos convertido, tú y yo, en la medida única del tiempo del otro, ¿verdad?

viernes, 14 de marzo de 2014

Tú Yo Nosotros


Renunciaste a tus alas y acogiste el silencio. Con las manos en los bolsillos, deambulaste en soledad. Te protegías así del sufrimiento. Lo intentabas al menos, guardando dentro, muy dentro, el dolor.

Miré tus ojos y vi ese dolor. No había palabras. Reconocí en tu mirada triste el reflejo de mi propia soledad, de esa misma decisión de guardarme el dolor dentro, muy dentro.

Nos buscamos. Nos encontramos. El miedo nos atenazó y nos perdimos.

Vivimos arrancados más de treinta años. Deambulamos con el sufrimiento escondido. Sonreímos también, casi a pesar nuestro, y amamos también, quizás con poco menos miedo.

Hoy despliegas tus alas guardadas. Hoy le pongo palabras a mi tristeza. Te la cuento. Nos escuchamos. Hoy se funden las soledades en ese beso anhelado. Hoy nos reencontramos. Nos amamos, por fin...

jueves, 13 de marzo de 2014

Amigo


por Javier Roselló Iglesias


a la memoria de paco, gran amigo
(y gracias a adela, por aportar este espacio; aunque en su momento
no conoció a paco, hoy en día ya lo conoce un poco)

La ruta del sur, el camino de África. Cuando ya hace quince años -¡quince años ya!-  un grupo de cuatro amigos nos encaminábamos a los confines del sur marroquí, poco podíamos prever que unos años después el primero en faltar sería precisamente el más joven de todos. Paco, que tan ilusionado estuvo con aquel viaje. Paco, para quien aquel primer viaje marroquí, como también para mí, tuvo un cierto carácter iniciático. Aún tuvimos la suerte de repetirlo dos años después. El siempre previsto tercer viaje ya quedó allí donde habita el olvido, que dice la canción.

Recuerdo en Sidi Ifni el atardecer en las azoteas del hotel Suerte Loca o del hotel Bellevue frente a un té verde y escuchando los cánticos del muecín y los rugidos del embravecido océano, la Mar Pequeña de Berbería de nuestros antepasados. En la playa de Sidi Ifni dice la tradición que en los días de temporal rompen hasta siete veces las olas: son siete crestas de espuma blanca. Son las siete olas de Ifni, los terribles rompientes. Al fondo, recortadas sobre el mar gris y entre la bruma húmeda atlántica, vemos las siluetas del embarcadero y de las gigantescas torres de hormigón del abandonado transbordador aéreo, la instalación que en definitiva fue lo que nos hizo llegar a los confines del sur marroquí.

Ahora, entornando los ojos en un día gris y húmedo, resulta fácil ver esa estampa e imaginar el runruneo del motor diésel y ver pasar el curioso automotor rojo, como un equilibrista mecánico, suspendido sobre los rompientes... suspendido sobre las siete olas de Ifni… Y a los mandos, Paco, sonriente.  Hoy, 13 de marzo, hace tres años que Paco nos dejó repentinamente, dejando un hueco imposible de llenar.




miércoles, 12 de marzo de 2014

Invitada: Elizabeth Mattis Namgyel


La ideología es algo muy frágil. Las creencias tienen muchas grietas. Las creencias están hechas solo de pensamientos y los pensamientos siempre están cambiando. Así que la luz se cuela a través de esas grietas, de esos claros. La luz de nuestro anhelo de felicidad, por ejemplo.


Original en inglés en esta página.
Traducción al español, mía.

lunes, 10 de marzo de 2014

planta del amor 2




para Santiago y para Javier, amores de siempre

Hace casi dos años, conté aquí la historia de esta planta del amor. Ayer que andaba por casa reponiéndome de un día de migraña, vi que, como cada año desde hace varios, volvía a florecer. Y como cada año, me volvió a sorprender. Hoy celebra conmigo los amores de mi vida, mi hijo, mis amigos, las hermanas que he ido haciendo en el camino -más allá de los lazos de sangre- y hoy, también, festejamos la planta y yo el reencuentro con el primer amor (anterior incluso a la llegada de ella), presente otra vez, milagro tan inesperado como anhelado, como las flores. Qué fortuna, reitero, que ellas no solo no me dejen olvidar, sino que sean cómplices para seguir agradeciendo...

para Ma. Eugenia, que bautizó la planta y que ha sido compañía amorosa, siempre también

viernes, 7 de marzo de 2014

capricho morado al alimón


Los manchones morados se adueñan de la ciudad. Sería demasiado fácil hacer
una comparación con mi corazón y tu amor, ¿verdad?



Te quiero más cuando parece que ya no puedo quererte más, porque te quiero todo
lo que es posible querer… y descubro que no, que aún es posible querer más.


Nadie me había querido como me quieres tú y nadie había tomado y valorado mi amor
como lo haces tú, a nadie había podido amar como te amo a ti.

jueves, 6 de marzo de 2014

Sonido en peligro de extinción


por Javier Roselló Iglesias

Hay sonidos ya prácticamente olvidados. Por ejemplo, cuando un disco de vinilo concluía su última canción en el tocadiscos (tocadiscos. 1. m. Aparato que consta de un platillo giratorio, sobre el que se colocan los discos de gramófono, y de un fonocaptor conectado a un altavoz) y se quedaba girando lentamente -33 revoluciones por minuto- con la aguja en la espira final, en un ruido cadenciado que entremezclaba el zumbido del motorcillo eléctrico del plato, el roce permanente de la aguja y el murmullo crepitante de fondo de los callados altavoces (o parlantes).

Aún recuerdo perfectamente cómo a veces tardábamos en darnos cuenta de que ya había acabado de sonar la última canción del disco, absortos como estábamos en silencio, simplemente escuchando nuestra propia respiración y el palpitar de nuestros corazones.

martes, 4 de marzo de 2014




Hace 8 años y poco más tuvimos la enorme fortuna de recibir en México a Kenpo Tsultrim Gyamtso Rinpoché, acompañado de su discípulo, nuestro maestro Dzogchen Ponlop Rinpoché. En esta foto estamos mi hijo y yo con ellos, tomando un descanso durante un paseo nocturno por Avenida Reforma, en la capital del país. Unos minutos más tarde, Kenpo Rinpoché cruzaba con esa decisión propia de él la avenida de varios carriles para dirigirse a la glorieta de nuestro "Ángel de la Independencia" (realmente una victoria alada, dirían los entendidos).

Entre sorprendidos y un pelín asustados por el tráfico de la gran ciudad, quienes lo acompañábamos seguimos su ejemplo y cruzamos, casi sin fijarnos en los coches. Después lo seguimos mientras circunvalaba el monumento. Así nos dejó patente su conexión con México, su conexión con nosotros, con nuestra gente. Hoy recuerdo de nueva cuenta la bendición de su presencia y celebro sus 80 años sobre el planeta, su incansable actividad por difundir el darma en todo el mundo, la inspiración constante de su vida, de su ser, de sus canciones espontáneas y de sus inagotables enseñanzas.


Que tus pies continúen con su danza traviesa, siempre, queridísimo maestro abuelo...
¡Feliz feliz cumpleaños!


Desde el más profundo corazón de agradecimiento, todo mi amor, una flor con la luz del atardecer cuernavacense y unas mañanitas a la mexicana...

sábado, 1 de marzo de 2014

Trozo de una vieja carta de amor 3



De amores y lluvias

por Javier Roselló Iglesias

(Nota mía: Hace 30 años, también, se inició una carta en Barcelona con destino a la Ciudad de México. En esa ocasión, la misiva no alcanzó su meta. Se quedó guardada en una caja de madera, acompañada por otras que provenían de aquel destino no alcanzado. Había también tristezas y amores. Esa carta salió a la luz hace unos días y en la voz del remitente llegó a la destinataria por vía telefónica. Ella le pidió a él que le mandara un pedacito, que ahora sí llegó a buen puerto, acompañado de palabras nuevas.)



*

Tuve una compañera de trabajo a quien hace tiempo que no veo -Marisa, en el muy improbable caso de que leas esto, recibe un gran abrazo- que los  días grises, húmedos y fríos los definía con mi nombre. Porque cuando las calles estaban mojadas, la llovizna caía mansamente, olía a tierra mojada y una incipiente luz lechosa lo bañaba todo, yo era el único de todos los compañeros que esos días llegaba al trabajo a las 8 de la mañana contento y satisfecho, reconfortado por la climatología.

La felicidad de reencontrar a la persona jamás olvidada ha permitido por fin afrontar la relectura de cartas, unas recibidas y otras no enviadas, que habían permanecido ocultas en el baúl de los recuerdos. Y precisamente allí, en una tristísima y larguísima carta jamás enviada, que fue recopilando sensaciones y sentimientos a lo largo de los meses, se habla de esa sensación positiva de los días lluviosos... “esta tarde al venir para casa, lloviendo, pensaba en que tú y yo nunca hemos caminado juntos un día lluvioso”…

Y en la computadora suena la imponente voz de Lila Downs:

Yo envidio la lluvia,
que cae en tu cara,
que unge tus pestañas,
humedece tu piel,
que toca tu lengua,
tu camisa la moja,
gotea en tu espalda,
yo envidio la lluvia…


Sería bonito que lloviznara un poco el día de nuestro reencuentro en persona… ¿verdad?

*

(Y aquí Lila cantando "Yo envidio el viento"):