Hoy mi tía Marisa hubiera cumplido 100 años. A ella le gustaban sus cumpleaños y los festejos por cualquier motivo. Era súper fiestera y buenísima anfitriona. Incluso llegó a hacer planes para su aniversario número 100, pero murió 4 años antes.
Hoy me la imagino bailando con un vestido rojo, su cabello recogido en un chongo (o moño, dirían allá) y celebrando la vida. Se le daba tan bien celebrar la vida, a pesar de lo que fuera. Mi tía ha estado presente a lo largo de este blog siempre y en tres ocasiones (aquí, acá y acullá) la he recordado puntualmente.
Hoy vuelvo a compartir este retrato que le hice hace casi 11 años en el rancho (en dónde más). Es la foto suya que más me gusta. Es tan mi tía Marisa, que parece que puedo hablar con ella.
Recibe, tía, una vez más mis besos y abrazos con el cariño de siempre y con el anhelo de que seas feliz y estés libre de sufrimiento.
Y no dejes nunca de bailar.
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