viernes, 12 de diciembre de 2025

la guadalupana en 3 tomas (bastante aleatorias)


1

Hace 42 años mi amiga J y yo nos fuimos de viaje a Europa al terminar la prepa, después de unos meses de trabajo como maestras de inglés en Interlingua. El último país en nuestro recorrido fue España y ahí visitamos Santiago de Compostela y su impresionante catedral. Mientras recorríamos el monumento (tuvimos la gran suerte de ver el botafumeiro purificando el espacio), nos desviamos del camino principal y acabamos abriendo la puerta de un cuarto en una de cuyas esquinas había una imagen de nuestra Virgen de Guadalupe. J era muy religiosa y yo no, pero ambas nos dirigimos hacia ella como atraídas por un imán: un trocito de casa estando tan lejos. "Sois mexicanas, ¿verdad?" o algo así nos preguntó la mujer que cuidaba el lugar. Nos explicó que siempre que un mexicano entraba a esta sala, hacía lo mismo que nosotras. Sí, todos los mexicanos somos guadalupanos. (O casi.)


2

Mis papás tenían un amigo, Roberto Moreno de los Arcos, esposo de otra buena amiga, sobre todo de mi mamá, Cuca. Él era historiador (los otros 3, abogados). En una ocasión entró en una discusión con un colega español sobre la Virgen de Guadalupe. El español demostró que la suya era más antigua. Entonces Roberto le contestó: "Pero la nuestra es más milagrosa". En mi casa se contó esa anécdota varias veces a lo largo de los años. 

3

Al despertar esta mañana al son de los cohetes para la virgen, iniciados desde las 0 horas o antes, pensé (no sé bien por qué) en la película Tizoc, de 1957 protagonizada por Pedro Infante, el indio Tizoc, y María Feliz, la bella criolla María de quien él se enamora. Yo debo haber visto la película en la casa de mi abuela Rosa en Cuernavaca, en alguna repetición posterior en el Canal de las Estrellas. Tengo la impresión de que el amor de Tizoc por María tiene que ver con que él ve en ella de algún modo a su virgen (¿la de Guadalupe?), aunque tendría que volverla a ver para confirmarlo. Sí recuerdo que la historia no acaba bien. Y hace unas semanas, cuando me disfracé para una fiesta de Halloween, donde ni los anfitriones se habían realmente disfrazado, alguien sacó a Tizoc a colación (por el disfraz de mi nuera) y yo dije que lo interpretaba Pedro Infante. Alguien más, con un dejo bastante edadista para mi gusto, dijo que yo seguramente lo sabría. Porque soy la más vieja aquí, ¿verdad?, le respondí. Asintió. Al poco rato me regresé a mi casa.


jueves, 11 de diciembre de 2025

biblio.biblioteca.bibliotecaria


Yo fui bibliotecaria durante un verano. En circunstancias poco ortodoxas.

Recuerdo el piso de arriba del departamento de mis papás, el número 2 en el 548 de la calle Uxmal en la Narvarte en el DF. Era un medio piso, en realidad, la parte superior de lo que llamaban un dúplex. Había un pasillo, donde desembocaba la escalera, que pasaba por enfrente de las 3 recámaras (la de mi hermano a la izquierda, la mía en medio y la de mis papás a la derecha) y concluía en un segundo baño, el de los niños, de azulejos negros y amarillos y una tina, lavabo y excusado también amarillos, después de pasar por el baño de los adultos, alfombrado, decorado con cuadros, incluyendo una reproducción de Remedios Varo que me papá decía que eran él y mi mamá,  y con una regadera grande, sin tina.

El pasillo se me aparece gris, polvoso, oscuro. Asfixiante.

¿Qué hacía yo allí un verano, unas vacaciones, con una libreta de tapas anaranjadas, de plástico firme, haciendo fichas para cada uno de los libros de la biblioteca de mi papá (que era más suya que de mi mamá? ¿Por qué no me fui a la casa de mi abuela en Cuernavaca?

Quizá mi mamá ya había vendido su parte a la familia de su madrastra. Entonces tendría yo 16 años o más.

¿Por qué me quedaba encerrada en casa entre libros, polvo y con la única compañía del retrato de mi abuela Adela (con su vestido azul con lunares blancos y sus ojos tristes) que colgaba entre las interminables baldas del librero de madera, entintado en café muy oscuro, que recorría todo el pasillo? ¿Qué habrá sido de aquella libreta (o libretas) con toda esa información? 

Supongo que mi hermano se iría al Club France a jugar tenis mientras yo copiaba autores, títulos, editoriales, fechas y números de página. ¿Era acaso una manera de asegurar el amor de mi papá? ¿Su predilección?

No recuerdo cuánto tiempo dediqué exactamente a esa tarea. Hoy parece una burbuja sombría  en el mar de mi vida. Y para dar honor a quien honor merece, este recuerdo surgió leyendo El infinito en un junco de Irene Vallejo y su historia del primer bibliotecario, Calímaco de Cirene. (Mi opinión del libro aún es cambiante, pero sigo. )

Y como no puedo responder a mis propias preguntas, comparto una imagen de la luz dorada de la mañana decembrina de hoy sobre mi propio librero, donde los libros están acomodados sin ton ni son, entre fotos, adornos, plantas, latas de cerveza y botes de crema que serán macetas, y muñecas de trapo y barro.

Quizás una rebelión de mi antigua bibliotecaria:








miércoles, 10 de diciembre de 2025

hermana, no


Qué placer volver al diccionario. Qué joyas escondidas, pero a la vista. Y sí, sé que puedo sonar bastante nerda (¿a que no sabían que esta es una palabra como tal, junto a su masculino nerdo, derivada del inglés nerd?), pero así es la cosa.

Hacía tiempo que no me asomaba a ese espacio, pero otra vez pensé que era una buena manera de entrarle a este tema, bastante espinoso en mi caso. Y me encontré con el origen de la palabra que hoy me ocupa:

Del lat. [frater] germānus '[hermano] carnal', der. de germen 'germen', 'brote'

Lindo lo del brote, ¿no?, como plantitas que no saben de odio ni de malos sentimientos.

A continuación, vienen 7 acepciones, de las cuales a mí me concierne, sobre todo, la primera:

  1. m. y f. Persona o animal que tiene en común con otra u otro el mismo padre y la misma madreo solo uno de ellos.

Medio alucinantes me parecen los sinónimos...

Pero antes de abordar mi asunto (y sí, le estoy dando vueltas, porque no me es fácil y me duele, aún), comentaré otras curiosidades del vocablo.

Hay 12 frases que lo contienen, entre las cuales llamaron mi atención:

hermano del trabajo

  1. m. ganapán (‖ hombre que lleva recados o bultos).

porque en la vida lo había oído y ese "ganapán" sería un buen nombre para un perro, quizás, como lo fue "gandul" para el bóxer color caoba que dicen que me cuidaba de bebé en la casa de mi abuela en Cuernavaca y que murió ciego.

Las demás enfatizan más si la relación está establecida por ambos padres, solo por padre o solo por madre (como en "hermano uterino"), o por la nodriza ("hermano de leche") o si solo viene de un lado sin especificarlo ("medio hermano"). Y claro está también "el hermano bastardo" (m. y f. hermano nacido fuera de matrimonio, respecto de los hijos legítimos del mismo padre), lo cual daría bastante para hablar de prejuicios y esas cosas, pero hoy no será.

Y luego aparece como modificador de otras 2 palabras, formando otras 2 frases:

"lenguas hermanas" (bastante obvia): 
  1. f. pl. lenguas que se derivan de una misma lengua madrep. ej., el español y el italianoque se derivan del latín.

y

"primo hermano" (del cual hay tela que cortar en mi vida también, junto con el innombrable primo segundo, claro, pero tampoco es para hoy):
  1. m. y f. Hijo del tío carnal de una persona.


Todo esto para llegar a lo inevitable (ineludible, irremediable, inexcusable y, en Chile, impajaritable), que fue tema del nuevo grupo de práctica de escritura presencial de los sábados. He aquí adonde mi mente y mi mano llegaron ese día, después de hablar de la muerte, el cambio, las canas, las arrugas, las relaciones, las amistades y las parejas:


Hasta las relaciones de familia se terminan. ¿Hasta cuándo un hermano sigue siendo tu hermano si no lo ves, si no hablas con él, si no sabes cómo es, ni qué piensa, ni qué le gusta? Ya perdí la cuenta de la última vez que vi a mi hermano ni recuerdo la última vez que nos hablamos ni qué nos dijimos. Sí recuerdo haberlo bloqueado de mi correo electrónico y de mi feisbuc, después de enviarle un mensaje advirtiéndoselo y deseándole (de corazón) lo mejor a él y a sus hijos (esos sobrinos que nunca supieron que tenían una tía), tras su enésima negativa a una petición de ayuda de mi parte transmitida, además, con un mensaje tan agresivo como descalificador. Mi mamá estaría satisfecha, supongo, o quizás no. Yo creo que nunca vivió satisfecha e interponerse entre mi hermano y yo fue una estrategia de supervivencia pero no una que condujera a la felicidad de nadie. Román (mi hermano, del mismo nombre que mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y quién sabe cuánto más hacia atrás) y yo seguiremos siendo hermanos hasta que alguno de los dos se muera, supongo, o los dos, pero en la vida presente eso no quiere decir nada. ¿Se acordará él de mi cumpleaños? El de él es el 11 de marzo. Es inevitable que lo recuerde y que sepa que el próximo 11 de marzo, cumplirá 62 años. No creo que él sepa o tenga en cuenta que yo cumpliré 63 el 5 de abril. (Solo 11 meses hubo entre mi nacimiento y el suyo.) ¿Se acordará de los cumpleaños de mis papás y de su aniversario de bodas? ¿Se acordará y seguirá felicitando a Olguita por su cumpleaños el 12 de marzo, al día siguiente del suyo? (Ella decía que él había sido su regalo de 15.) Ella y yo ya nos felicitamos tampoco, pero quizás ella se acuerde de mi aniversario, como lo hago yo del suyo. 


Habría más que decir, mucho más, pero hoy lo dejaré hasta aquí, como una suerte de prólogo o introducción.
Y cerraré con una foto de luces de temporada nomás para dejar un mejor sabor de boca:




domingo, 7 de diciembre de 2025

nopal navideño


Así le digo yo, pero parece que el mundo (entiéndase google) se refiere a esta planta más como "cactus de Navidad". Resulta que es oriunda de las selvas tropicales de Brasil. Aunque es efectivamente un cactus, prospera en zonas húmedas y sombrías (no en el desierto), donde se adhiere a los árboles como epífita. Su nombre científico es Schlumbergera y popularmente también se le dice Santa Teresita o Pata de Jaiba (poco festivo, aunque muy gráfico...).

Yo lo conocí gracias a doña Pina, mi vecina del primero, que lo tiene en un macetero, junto a unas begonias (creo) y a la planta de flores moradas cuyo nombre he olvidado, en la puerta de su casa. Por estas épocas, le sacaba yo fotos a las flores del nopal y un día le dije a doña Pina si me regalaba un piecito para plantarlo en mi casa. Me dijo que sí, pero no  pasó nada.

Una mañana, o quizá una tarde, después de caminar, me robé yo los piecitos (pensé que con cortar 2 o 3 de los segmentos del cactus que salen uno arriba del otro sería suficiente y lo fue y, además, robo robo no era porque ya doña Pina había dicho que sí, ¿no?). Los piecitos pegaron e iban creciendo muy poco a poco, hasta que un buen día, doña Pina me interceptó a la entrada del edificio y me dio dos piezotes que ella había puesto en agua para mí: ya tenían raíces y, de hecho, empezaban a podrirse. No me atreví a confesar mi hurto; solo le agradecí y me los traje a mi casa.

Consideré tirarlos a la basura porque ya empezaban a oler mal, pero tampoco me atreví. ¿Cómo, después del esfuerzo y buena onda de doña Pina? Así que los planté junto a los piecitos y también pegaron. Hoy se ven integrados todos como una sola planta en una maceta mitad negra y mitad azul con espirales blancas que compré hace años y en donde no se había dado nada. Cuando descubrí que a la Khandro le gustaba morder el nopal navideño, la empecé dejar salir al balcón solo bajo mi supervisión.

Y el nopal medró, prosperó, se puso muy bonito y, finalmente, hace unos días empezó a florear: ¡en mi balcón! Me hizo enormemente feliz, sobre todo, porque es como tener otro pedacito de doña Pina cerca (no es la primera planta que me regala: ahí está la planta de flores moradas con corazón blanco cuyo nombre he olvidado).

Aquí las preciosas flores del cactus de navidad (mejor con minúscula).

Las 2 primeras:



Y la tercera:



Ya hoy amanecen marchitas, sobre todos las primeras.
Así su vida. Y la nuestra.
Con suerte y siguen brotando flores nuevas.

viernes, 5 de diciembre de 2025

Invitado: Trulshik Rinpoché


Cuando juzgas a otra persona, no la defines a ella, te defines a ti mismo. La percepción no es la realidad. Lo que parecen ser defectos en otros podrían ser, de hecho, reflejos de nuestras propias aflicciones mentales. Yo no tengo un problema de actitud: tú tienes un problema de percepción. 

Recuerda, la manera en que nos trata la gente es su karma. La manera en que reaccionamos es el nuestro. 


sobreviviente otoñal

Original en inglés, aquí.
Traducción al español e imágenes, mías.


Y yo me sigo peleando aún, desde hace meses, vidas quizás, con las sensaciones que me provocan el rechazo, el juicio, la agresión de otros, de elege, como si fueran golpes en el plexo solar, brasas en los ojos que no se apagan. Lo peor es que me peleo, aún, con ella y siento odio y aversión. Y no lo actúo, no. Volteo a ver hacia adentro y me desespero conmigo misma. Y vuelvo a llorar. También podría ser compasiva conmigo y con mis sensaciones y con mi karma y con el dolor presente, quizá enraizado en el pasado, pero presente.

Y entonces recuerdo las palabras del prodigioso maestro de mi maestro, Dechen Rangdrol:

Erring and erring, we walk the unerring path

(errando y errando, caminamos por el camino sin error)


desayuno en movimiento

jueves, 4 de diciembre de 2025

Invitado: Dzogchen Ponlop Rinpoché





*


LA PRESENCIA de la AUSENCIA

El yogui aquí no conoce ningún pasado
El momento presente es lo que es

El yogui aquí no conoce ningún futuro
El momento presente es lo que es

El yogui aquí no conoce ningún presente
Este momento es donde está

El yogui aquí no conoce ningún miedo
El ahora es la ausencia de esperanza

El yogui aquí no conoce ninguna esperanza
Aquí mismo es donde se para


                                                                                    Taipéi 28-05-2010


Traducción al español, mía.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

m i r a s o l e s.....


De camino a Ozumba, le pides a tu comadre que se detenga en un campo de mirasoles, detrás del cual yace la volcana, tapada por la nubes. Olivia está por ofrecerte algo para cortarlos, pero le dices que solo vas a sacar fotos. Unas cuantas, dices, y te bajas del coche casi corriendo. A los 2 minutos estás de vuelta: un perro blanco con  manchas negras se empezó a acercar demasiado y abortaste la misión. Lograste, pese al susto (más mental que real), una foto de mirasol con mariposa:



Pero se te quedaron muchas más en el tintero.

Llegan a Ozumba. Te bajas a comprar fruta con el marchante de tu comadre que siempre pregunta por ti, pero hoy no te reconoce. Habla con un cliente de asaltos y seguridad. Tiene unas toronjas y unas peras espectaculares. Más adelante, Olivia se baja por las cosas que necesita María Eugenia y tú vas a por unos rábanos que vende una señora desde una carretilla: los moja con agua sucia para que se vean frescos y aprovecha el agua para asustar a un perro y medio bañarte a ti. Pero se ven buenísimos y a Santiago le encantan. De ida a los rábanos, compras 4 pares de calcetines por 20 pesos en total (una ganga) en un tienda donde la dependienta te llama "chica" cada 2 por 3. De regreso de los rábanos, te vuelves a parar con la "chica" y compras 3 calzones por 100 pesos (otra ganga). La "chica" quiere darte una bolsa de plástico negra para que te los lleves (y nadie vea que has comprado calzones), pero le dices que no hay problema, que te los ponga en la misma bolsa transparente donde van los calcetines.

Cuando llegas al coche, Olivia y María Eugenia ya te están esperando. Preguntas por el Kevin y nadie lo ve. ¿Se habrá bajado el pequeño perro de la hermana de tu comadre? Las mataría a todas de ser así. María Eugenia descubre que está abajo de su asiento. Menos mal.

De ahí, le pides a tu comadre que se paren por pulque. Te dice que te deja y vuelve por ti porque tiene que ir a la casa por un recibo. Le dices al señor del pulque que volviste por más porque está buenísimo (lo cual es muy cierto). Un cliente que está tomándolo en el puesto te dice que se nota por lo chapeada que estás. Solo sonríes. Compras medio litro natural y medio de mazapán y te sientas a esperar a tu comadre. 

Después de que te recoge, van a pagar el teléfono y luego le pides que te lleve a sacar más fotos de mirasoles. Dice que hay unos en el camino viejo a Tepe, pero tienen que dejar a Olivia primero en la casa para que acabe su día de trabajo. El Kevin sigue con ustedes.

Resulta que los mirasoles del camino viaje a Tepe están muy esmirriaditos y María Eugenia se encamina al prado donde conseguiste la primera foto. Dice que el perro seguramente ya no estará y tiene razón. Te bajas y ahora sí haces bastantes fotos, de más cerca y de más lejos.










Qué preciosos son, piensas. Al volver al coche, tu comadre te dice qye que lástima que no traía su teléfono, que una foto hermosa hubieras sido tú entre los mirasoles. No puedes evitar acordarte de Stacie y de cómo le gustaban, quizá fueran su flor favorita. Les decía "cosmo flowers" y los plantaba enfrente de su casa en Swift Current, Saskatchewan, Canadá. Hoy ya no sabes ni dónde vive. El Día de San Esteban se cumplirán 3 años de su llegada a México en aquel viaje de 2 semanas donde tocaron una intimidad imposible. Nunca la volverás a ver, cuando menos no en esta vida. Casi seguro.

A Adrián y a ti también les gustaban mucho los mirasoles y los disfrutaron cuando vivieron en Chimal antes de naciera Santiago. No estás segura si llegaron a cortar un ramo para adornar algún espacio del Castillo Plano.

lunes, 1 de diciembre de 2025

Invitado: Dilgo Khyentse Rinpoché


Samsara nunca desaparecerá simplemente por sí mismo. Tú mismo tienes que querer deshacerte de él activamente. Si reconoces el sufrimiento de samsara, reconocerás que la fuente del sufrimiento yace en tus emociones oscurecedoras y las acciones negativas que engendran, y que la fuente de las emociones oscurecedoras yace en tu aferramiento a la idea de un yo. Si puedes deshacerte de ese aferramiento, el sufrimiento cesará. Liberación significa liberarte de las ataduras de tus emociones y acciones negativas.   


atardece en el Tepozteco











Original en inglés y fuente, aquíTraducción al español e imagen, mías.



domingo, 30 de noviembre de 2025

Invitado: Chogyam Trungpa Rinpoché


Quemar nuestra confusión


De acuerdo con la tradición budista, el camino espiritual es el proceso de cortar a través de nuestra confusión, de revelar nuestro estado despierto de la mente. Cuando el estado despierto de la mente está ocupado por el ego y su asistente, la paranoia, asume el carácter de un instinto subyacente. Así que no se trata de construir el estado despierto de la mente, sino más bien de quemar las confusiones que lo obstruyen. En el proceso de quemar estas confusiones, descubrimos la iluminación. Si el proceso fuera lo opuesto, el estado despierto de la mente sería un producto, dependiente de causa y efecto y, por lo tanto, susceptible de disolución. Pero la iluminación es permanente porque no la hemos producido; la hemos meramente descubierto




mirasoles en Chimal


Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

martes, 25 de noviembre de 2025

Listas de cosas


Cosas que empezamos a hacer antes de saber hacerlas (inspirada por Irene Vallejo y su El infinito en un junco)

amar; hacer una tortilla de papa; criar violetas; lavar los trastes; criar un hijo; cambiar pañales; amamantar; preparar un biberón; llorar; hacer un duelo; dar a luz; morirnos; enfermar; hablar, meditar; cocinar; escuchar; dibujar; cantar; canturrear; dormir a un bebé en brazos; vestir a un bebé que no tiene aún control sobre sus extremidades; escribir poesía; hacer origami; dar una clase de español, en una secundaria sentada sobre el escritorio de maestro y hablar sobre Góngora a un grupo de adolescentes; ser amiga; ser amante; besar; hacer el amor; mentir; preparar pisto o berenjena estúpidamente deliciosa 

Cosas que nunca he logrado entender (inspirada por Han Kang y su Clase de griego)

por qué aunque haya lluvia y sol no siempre sale el arcoíris; cómo es que la ambición y la ignorancia pueden llevar al exterminio de les otres; por qué mi mamá desde un principio abrió una brecha entre mi hermano y yo que se volvió insalvable; por qué mi papá se casó y tuvo hijos; por qué mi mamá se casó y tuvo hijos; por qué siempre me enamoro de personas inaccesibles; por qué el sol en invierno en Nueva York o en Madrid no calienta; por qué Adrián se fue caminando a la playa; por qué dejé de guisar tanto años

Cosas con las que no puedo reconciliarme (inspirada por Han Kang y su Clase de griego)

que mi papá me haya convencido de salir del clóset donde me había escondido junto a la alcancía de barro negro con forma de cerdo pegada después de haber sido rota y me desabrochara el pijama; que mi mamá me golpeara el muslo desnudo con la cerdas de un cepillo para pelo y me lo dejara lleno de puntos rojos; que mi mamá me regañara cuando vomité sobre la alfombra del pasillo camino al baño cuando aún no sabíamos que tenía hepatitis; que mi abuela Rosa me maldijera con 7 años de mala suerte cuando se me rompió un espejo en su cuarto

lunes, 24 de noviembre de 2025

Día de Olga Amparo


A mi tía Olga, que hoy cumpliría 110 años, le gustaba el color rosa. Se pintaba las uñas de rosa, cuando no se había inventado el gelish y las uñas se arreglaban una vez por semana. Para lograr el tono que le gustaba, combinaba dos barnices que ya conocían en el salón adonde iba. ¿O se las iban a pintar a su casa? Ni idea. Tampoco recuerdo cuáles barnices eran, pero sí recuerdo, o cuando menos tengo una imagen en mi mente, del tono de sus uñas, que era muy similar al de los sofás de su sala, que tenían, creo, un estampado vegetal en verde sobre el rosa. También se parecía al color de la alfombra que cubrió todo su departamento, hasta que después de su muerte, su hija la cambió por duela.

A mi tía Olga le gustaba cocinar y nos recibía en su casa, después de la escuela, todos los martes a la hora de la comida. Me imagino que de más chicos, llegábamos con mi mamá (mi papá no volvía a casa a comer) y de mayores, mi hermano y yo caminábamos (cada quien por su lado lo más seguro) hasta llegar a la esquina de Eugenia (que después se convirtió en el Eje Vial 5) y Avenida Coyoacán. Entre los platillos favoritos que preparaba y que nos deleitaban recuerdo: la tinga de pollo, las tostadas de pollo deshebrado con crema, frijoles y una salsa verde color esmeralda que era grandiosa, y las coyotas caseras, postre típico de Sonora, su lugar de origen (una suerte de quesadillas con tortilla de harina de trigo y un jarabe de piloncillo.)

Cuando comíamos en su casa se nos permitía beber refresco: una coca-cola para mí y un orange crush para mi hermano. No recuerdo qué bebían ni mi tía ni mi mamá.

A mi tía Olga le gustaban las telenovelas y compraba la Tele Guía, que tenía en su cuarto, donde yo me escabullía a leer las sinopsis de los episodios de las telenovelas que me estaba prohibido ver. Cuando iba a Cuernavaca a casa de mi abuela Rosa, su cuñada, y de mi abuelo Óscar, su hermano, se sentaba en lo que de noche se convertía en mi cama a ver las telenovelas con mi abuela, que ocupaba una enorme mecedora de madera laqueada en negro y con asiento y respaldo de mimbre tejido. Yo me asomaba a través del mosquitero de la ventana que daba al jardín, desde donde veía la espalda de mi tía y la tele muy  lejos. Creo que también llegué a reptar para situarme junto a la enorme cama de mi abuela y desde ahí avistar los amores y lágrimas que tan atractivos me resultaban.

Relaciono especialmente con ella una producción de Televisa que se llamó El amor tiene cara de mujer de 1971, que contaba las vidas de varias mujeres que trabajaban en un salón de belleza, cuya dueña también era un personaje. Las actrices incluían a Silvia Derbez (que entonces y ahora me recuerda a mi tía, por su físico y por su modo maternal), Irma Lozano, Irán Eory (que  me parecía un parangón de belleza) y Lucy Gallardo, la dueña del establecimiento. Más adelante se incorporó Anel, que eventualmente se casaría con José José. Muchos años después, mi tía y yo fuimos al cine a ver la biografía del cantante y su caída en las garras del alcoholismo. Creo que fue de las pocas, si no la única vez, que fui con mi tía al cine. Aquí un clipcito del inicio de esa telenovela:


A mi tía Olga le encantaba jugar cartas y con ella aprendí los rudimentos de ese arte, que luego compartí con mi hijo, con nuestres amigues, con mi sobrino, con mi nuera, con su hermano. "Como diría la tía Olga" sigue siendo una frase común cuando jugamos. Cuando estábamos con mi abuela, mis papás y mi hermano, jugábamos continental, que es el juego que ha sobrevivido en mi vida. Cuando estábamos ella y yo solas, y yo me escaqueaba de la alberca y el sol, me enseñaba a jugar canasta. Aunque me explicaba que es mejor entre 4 (así la jugaba ella con sus hermanas y amigas), para mí jugarla con ella era de los mejores momentos de mi vida: la tenía toda para mí.

En la casa de Cuernavaca, ella dormía en el cuarto de huéspedes, que estaba separado de la casa principal. Como tenía dos camas, supongo que matrimoniales, alguna vez me dejaron quedarme a dormir con ella. Fue maravilloso, pero nada común. Los azulejos del baño de ese cuarto eran del mismo color que las uñas de mi tía.

Y así me podría seguir infinitamente: hilvanando momentos con mi tía que fue mi refugio de cordura durante mi infancia y mi adolescencia y que aún hoy me conecta con un espacio seguro, de aceptación (y autoaceptación), de calidez, de confianza, de amor incondicional. No quiero ni imaginar lo que habría sido de mi y mi psique sin su presencia en mi vida. 

Los claveles eran su flor favorita (esa sí lo sé), pero no tengo ninguna imagen mía de claveles.

Así que, tía, te dejo este primer par de flores entre rosas y rojas del nopal navideño (o cactus de navidad) que me regaló doña Pina hace unos meses, en recuerdo y agradecimiento del inmenso amor que nos profesamos tú y yo y de los momentos que pasamos juntas. Ojalá hubieran sido más. Ojalá hubieras estado en mi boda. Ojalá hubieras conocido a mi hijo.

Ojalá hoy hayas encontrado un espacio de paz y felicidad libre de sufrimiento.

Te amo.



domingo, 23 de noviembre de 2025

Día de doña T


A Doña T (T de Teresa o Teresita) no  le gustaban ni los mariscos ni las aceitunas. Tampoco las flores de calabaza o no las comía porque alguna vez tuvo una mala experiencia: se enfermó después de comer unas y esa fue la última vez que lo hizo.

A Doña T le gustaba el tequila (casi seguro) y el té de la casa (de su casa: té limón y de azahar combinados, quizá su receta). Yo supongo que habrá disfrutado las galletas y pasteles que  hacía mi comadre para el Café del Arco, y quizá también los bocadillos de jamón, queso, mayonesa, mostaza y crema, dorados con mantequilla en un sartén o comal.

A Doña T le gustaba platicar y, sobre todo, escuchar. Era muy precisa en los recuerdos que compartía. Le gustaba mucho bailar, con su marido, así que yo nunca la vi, pero me han contado. Hay en su casa una foto hermosa de ambos tomados de las manos mientras lo hacían. Más se detuvieron un momento para sonreírle a la cámara: él, como si no hubiera un mañana; ella, discreta, apenas.

Doña T era muy devota de la Virgen de Guadalupe. Para sus 90 no pude ir a su celebración por compromisos de traducción budista, pero le regalé una imagen de latón. En el descanso de la escalera para llegar a las habitaciones del segundo piso, cuelga una imagen tradicional de la virgen enmarcada. Muy bella. Creo que le gustaban los regalos que le hicimos a lo largo de los años, como el móvil de barro con una piñata y un grupo de gente lista para romperla, que aún cuelga cada temporada decembrina en la sala de mi comadre, o una familia de mariposas de hojalata que aún adornan el pasillo exterior de la casa. 

Doña T siempre salía de su cuerpo impecablemente vestida (no como yo que luego bajo a desayunar en piyama, aunque quizá en vida de ella no lo hacía: no me acuerdo), con aretes que combinaban con su atuendo y alguna mascada para mantener el cuello calientito. Solía usar un  mandil sobre la ropa (igual que mi comadre) para protegerla durante las labores domésticas.

Doña T quería mucho mucho a la Charamusca (Chara para los amigos), una perra encantadora que mi comadre se encontró de cachorrita abandonada en la carretera un día y llevó a hurtadillas a la casa, temiendo que doña T la rechazara. Con el tiempo, se adoptaron como familia.

Supongo que a doña T le gustaba cocinar y con ella aprendieron a hacerlo sus tres hijas y su hijo. No sonreía mucho o lo hacía más con los ojos que con la boca, con su humor tan característico, un tanto cáustico, como el de mi abuela María Luisa. También tenía, casi siempre, un dejo de tristeza en el rostro, quizá por las penas y las pérdidas vividas.

Hoy la recuerdo en su aniversario luctuoso y aunque no pueda ir al panteón a visitarla (de mis amores de noviembre, es la única cuya tumba sé dónde está), le dejo estas palabras y esta foto de abril de 2011, hace 14 años, allá en su casa en Chimal con un Santiago casi niño (creo que Ma. Eugenia y él estaban por bañar a la Chara y doña T supervisaba la labor), como muestra de todo nuestro cariño, entonces y hoy.

Espero que sea feliz, doña T, donde quiera que esté.




sábado, 22 de noviembre de 2025

Día de Marta Cecilia


Un nuevo 22 de noviembre, un día más para celebrar a Santa Cecilia y pensar en mi mamá. Desde que murió Robert Redford, como cuento aquí, empecé a traer a mi mente cosas que le gustaban (o no) a mi mamá y pensé, también, que esa sería una buena manera de festejar su cumpleaños (el 91 si siguiera en su cuerpo). 

Mi mamá no cantaba mucho y no recuerdo siquiera si era entonada, pero tenía un par de canciones que, a veces, compartía con mi hermano y conmigo "Do-Re-Mi" de La novicia rebelde como se tradujo en México The Sound of Music (traducida, horriblemente para mi  gusto, en España como Sonrisas y lágrimas, casi como la revista de historietas románticas mexicana Lágrimas y risas, por eso me debe sonar tan mal la rendición española). Creo que esto sucedía cuando íbamos en el coche y mi papá manejaba. Cantábamos la parte de las notas musicales: Doe, a deer, a female deer. Ray, a drop of golden sun. Me, a name I call myself. Far, a long, long way to run. Sew, a needle pulling thread, La, a note to follow sew, Tea, a drink with jam and bread! That will bring us back to do oh-oh-oh! y nos la aprendimos de memoria, bueno no sé si mi hermano lo hizo o si la recuerde. Yo me la canto a mí misma alguna que otra vez y supongo que la compartí con Santiago cuando era chico (habrá que preguntarle).

Había otra canción, que gracias a internet averiguo que se llamaba "La cruz de guerra", de autores catalanes. No tengo la menor idea dónde la aprendió. Se sabía y nos enseñó dos estribillos:  El primero, una promesa de un hombre que se lanza a la batalla a su novia que se quedaba esperando:

Por valiente he de ganarme
una cruz deslumbradora
pa verla sobre tu pecho
el día de nuestra boda.

El segundo, la vuelta del mismo hombre que perdió la vista en la contienda. La dramática frase que introduce esta estrofa versa: Y el ciego arrancando la cruz de su pecho, le dice a la moza con trémula voz:

Con orgullo has de lucirla
Porque está muy bien ganada.
Me ha costao el no poder ver
Más la gloria de tu cara

Aquí encontré la letra completa y varias versiones con diferentes intérpretes (unas joyas).

Mi mamá también contaba chistes, unos cuantos que repetía cada tanto y que ahora son parte de mi repertorio, que tampoco es muy amplio. Entre ellos, el de las pobres ranitas en la vía del tren o el de Pepito el Tocatimbres, que no entendía por qué le decían "ese hijo de la chingada". 

No recuerdo, y no sé si alguna vez supe, cuál era el color favorito de mi mamá, o su canción predilecta, o su comida más apreciada. Su bebida, sí: el tequila en el día y un jaibol (con güisqui) en la noche, o el vino, supongo que casi cualquiera. No sé si a ella le gustaba al oporto o a mi papá: de alguno heredé yo el gusto, aunque ya no lo tome casi nunca. Ambos bebían campari junto con mi abuela Rosa a la hora del aperitivo y le ponían vermú. Quién sabe de quién habré aprendido yo a tomar el vermú solo o con hielo. 

Tampoco sé cuál era la flor que más le gustaba, si es que había alguna. Pero yo le dejo por aquí unas rosas de las que fotografío casi diario en el condominio, porque son hermosas y es difícil equivocarse cuando se regalan rosas. Es un arbusto que está en la ventana del primero piso del edificio H, el penúltimo de donde vivo. Estas no eran lozanas, pero conservan esa belleza del ocaso:
















Sé feliz, ma.
Te quiero.

jueves, 20 de noviembre de 2025

Invitado: Kalu Rinpoché


Lo que es importante es que independientemente de la emoción que se esté experimentando —ya sea deseo, enojo, orgullo, celos, envidia, codicia, o la que sea—, lo que está realmente sucediendo es un cambio en la atención. La mente se está expresando de una manera diferente. Nada implícitamente requiere que uno suponga que esta emoción tiene alguna realidad en y por sí misma, que tiene alguna tangibilidad para nada, o incluso que tiene alguna forma, tamaño, ubicación,  o cualquier solidez en absoluto. Es solo que la mente se está expresando de una manera diferente de lo que lo estaba haciendo hace un momento. 


el farol y la palmera en el agua


Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.