Media luna
Acostada
Luminosa
Sobre la noche negra
Se adivina tu perfil
miércoles, 29 de febrero de 2012
lunes, 27 de febrero de 2012
Preview
Empiezan a florecer las jacarandas, unas antes, otras después, hermosas. El "lluvia de abril" en la esquina anterior al semáforo está lleno de flores rosas. Atisbos de la primavera, a la que poco importan las fechas marcadas en el calendario.
domingo, 26 de febrero de 2012
sábado, 25 de febrero de 2012
viernes, 24 de febrero de 2012
Invitada: Margaret Atwood
All fathers are invisible in daytime; daytime is ruled by mothers and fathers come out at night. Darkness brings home fathers, with their real, unspeakable power. There is more to fathers than meets the eye.
From her novel Cat's Eye
miércoles, 22 de febrero de 2012
lunes, 20 de febrero de 2012
sábado, 18 de febrero de 2012
Quizá mi padre murió joven, a los 65 años, para no tener que pedirle a don Quijote que se lo llevara consigo, para no tener que enfrentar la derrota de una doble vida que le agotó la vida, dejándolo solo y vacío, sin hija y sin nieto, sin la fuerza para poder enfrentarse a sí mismo. Quizá si se hubiera dado el chance de vivir más años, habría encontrado algo de paz a la grupa de Rocinante, sin peto y sin espaldar, sin disfraces ni pretensiones. Quizá entonces se habría hecho pastor y me habría abierto su corazón. Prefirió morirse con la armadura puesta.
Pero aun sin haber hecho el viaje por la manchega llanura, me mostró el camino, el camino de los exiliados, de quienes llegaron a México después de la guerra civil, sin imponerme una identidad ajena. Me enseñó el camino de la poesía, de la música, del cine, de las novelas de Carmen Martín Gaite y la voz de Serrat. Y me enseñó también a hacer tortilla de papa, con las indicaciones precisas de mi abuela María Luisa, su madre.
A pesar de no haber podido encontrar la forma de reconciliarse con quien realmente era y hacerse cargo de sus actos, pudo ayudarme a vislumbrar quién era yo, aun a costa de nuestra relación y a pesar de sí mismo. Y si de adolescente soñaba yo con escaparme con don Quijote, hoy los dejo marchar a ambos sin amargura, a don Alonso y a Román, caballeros derrotados, sí, pero libres para seguir su camino mientras yo me aboco al mío.
Pero aun sin haber hecho el viaje por la manchega llanura, me mostró el camino, el camino de los exiliados, de quienes llegaron a México después de la guerra civil, sin imponerme una identidad ajena. Me enseñó el camino de la poesía, de la música, del cine, de las novelas de Carmen Martín Gaite y la voz de Serrat. Y me enseñó también a hacer tortilla de papa, con las indicaciones precisas de mi abuela María Luisa, su madre.
A pesar de no haber podido encontrar la forma de reconciliarse con quien realmente era y hacerse cargo de sus actos, pudo ayudarme a vislumbrar quién era yo, aun a costa de nuestra relación y a pesar de sí mismo. Y si de adolescente soñaba yo con escaparme con don Quijote, hoy los dejo marchar a ambos sin amargura, a don Alonso y a Román, caballeros derrotados, sí, pero libres para seguir su camino mientras yo me aboco al mío.
Nuevamente, gracias a las hijas que participaron en el tercer módulo del grupo
"Reflexiones de mujeres", por su presencia, su escucha, sus historias.
"Reflexiones de mujeres", por su presencia, su escucha, sus historias.
viernes, 17 de febrero de 2012
Vencidos
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio
la armadura
y va ocioso el caballero, sin peto y sin
espaldar
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá quedó su ventura
en la playa de Barcino, frente al mar.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de don Quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va vencido el caballero de retorno a su
lugar.
¡Cuántas veces, don Quijote, por esa
misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un
sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado, hazme un sitio en
tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!
Ponme a la grupo contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupo contigo,
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de don Quijote pasar...
jueves, 16 de febrero de 2012
martes, 14 de febrero de 2012
Historias de amor
Cuando yo era niña, cada 14 de febrero, durante no recuerdo cuántos años, recibía una tarjeta de la tía Rosa. Yo nunca la conocí, pero me sentía muy halagada y especial cada vez que el correo me traía un corazón solicitándome ser el valentine de mi tía. Ella era prima de mi abuelo Román, el padre de mi padre. Vivía en Florida, Miami quizás, adonde había emigrado procedente de Cuba. En la isla caribeña se había establecido, en su momento, el padre de Rosita, el tío Segundo, proveniente de Asturias.
No tengo idea por qué el tío Segundo abandonó su tierra natal (probablemente para "hacer la América", como tantos otros) ni conozco muchos detalles de su vida. Sin embargo, mi padre me contaba que el tío tenía una pata de palo, consecuencia de alguna guerra o un accidente, supongo. También tenía un amigo cercano, de nombre hoy desconocido. Este sujeto un buen día se enamoró y para conquistar a la dama en cuestión recurrió a las habilidades literarias de Segundo, quien se encargó de escribir en su nombre una serie de cartas de amor. Cuando el amigo decidió proponerle matrimonio a su amada, le contó también que el autor de las misivas no era él sino Segundo. Ella le contestó entonces que de quien estaba enamorada era de Segundo y no de él. Así fue como mi tío abuelo se casó, con todo y su pata de palo.
Los ecos de ese amor me llegaron a mí durante la infancia en las tarjetas de Rosita, hija del tío Segundo y de su esposa, cuyo nombre también desconozco, al igual que las razones que me convirtieron a mí en la feliz destinataria de los buenos deseos de esa parienta de mi padre a quien nunca llegué a ver en persona.
lunes, 13 de febrero de 2012
sábado, 11 de febrero de 2012
viernes, 10 de febrero de 2012
Regalo 2
Cuando regresé de llevar a mi hijo a la parada del transporte, en la madrugada y con lluvia, mi propio calor me aguardaba aún entre las sábanas de mi cama.
jueves, 9 de febrero de 2012
miércoles, 8 de febrero de 2012
Bitterness
Ni las jacarandas de incipientes flores lograron hoy endulzarme el ánimo.
Must be impermanent too, I hope...
martes, 7 de febrero de 2012
lunes, 6 de febrero de 2012
domingo, 5 de febrero de 2012
Invitado: Sigmund Freud
No se me ocurre ninguna necesidad en la infancia tan grande como la necesidad de la protección de un padre.
sábado, 4 de febrero de 2012
Anécdota
Chichicastenango, Guatemala
Diciembre, 1979
Yo había cumplido los dieciséis en abril de ese año. Fue la primera navidad que no pasamos en casa con la familia. El año anterior mi padre había abolido la tradición, sustituyéndola por una viaje. Este fue el primero. Rentamos una combi. Mi padre se turnaba el volante con mi "tío" Toño. Nos acompañaban también la mamá de Toño, Lucha; mi "tío" Manuel y, por supuesto, mi mamá y mi hermano.
Llegamos a Chichicastenango de madrugada; a la mañana siguiente nos dirigimos al mercado, famoso por sus artesanías. Yo caminaba junto a mi padre, quizás de la mano o con su brazo alrededor de mi espalda, quizás. Del otro lado iba mi madre. De pronto se nos acercó una mujer indígena para ofrecernos sus hermosos collares de plata. Sin vacilar se dirigió a mi padre: "Lleve uno para su mujer", y me señalaba a mí, "y uno para su mamá", y señalaba a la mía. Huelga decir que mi madre se aseguró de que no le compráramos a aquella mujer ni medio artículo.
viernes, 3 de febrero de 2012
jueves, 2 de febrero de 2012
miércoles, 1 de febrero de 2012
Sacrilegio
para Gina por inspirarme el título
La consigna fue pensar en un personaje (literario, cinematográfico, de la vida real) a quien me hubiera gustado tener como mi padre en caso de haber podido escoger. No dudé ni un segundo: Sully, el monstruo azul de la película Monsters Inc.de Disney-Pixar. ¿Por qué Sully? Por amoroso, tierno y protector, porque ponía el bienestar de Boo, la niñita que se ganó su corazón y le enseñó el valor de la risa, antes que el suyo. Hasta al mismo abominable hombre de las nieves (que en esta versión era bastante adorable) estuvo dispuesto a enfrentar por salvar a su pequeña y cuando hubo de desprenderse de ella para protegerla, lo hizo a pesar de su dolor y guardó como el tesoro más preciado el dibujo que ella había hecho de ambos y el trocito de la puerta de su cuarto que hubo de destruir. Y qué felicidad la suya cuando su mejor amigo, el monstruo verde, logró reconstruir la puerta permitiéndole a Sully reunirse nuevamente con Boo: "Gatito...".
Escribiendo ahora me leo cursi y no me importa. Qué no habría dado yo porque mi padre, a quien quise mucho a pesar de todo, hubiera sido protector (cariñoso lo fue) y, sobre todo, que no hubiera sido ambiguo y confuso en la expresión de su amor paterno.
Y, sí, me declaro culpable del cargo de sacrílega por cometer una "lesión o profanación de cosa, persona o lugar sagrados" al pensar en que podría haber tenido un mejor padre del que tuve. Tengo, además, la clara conciencia de que tampoco soy perfecta: Quizás algún día sea mi hijo quien piense en alguien que podría haber hecho mejor mi papel.
Ojalá por lo menos podamos platicarlo antes que me lleve la muerte.
La consigna fue pensar en un personaje (literario, cinematográfico, de la vida real) a quien me hubiera gustado tener como mi padre en caso de haber podido escoger. No dudé ni un segundo: Sully, el monstruo azul de la película Monsters Inc.de Disney-Pixar. ¿Por qué Sully? Por amoroso, tierno y protector, porque ponía el bienestar de Boo, la niñita que se ganó su corazón y le enseñó el valor de la risa, antes que el suyo. Hasta al mismo abominable hombre de las nieves (que en esta versión era bastante adorable) estuvo dispuesto a enfrentar por salvar a su pequeña y cuando hubo de desprenderse de ella para protegerla, lo hizo a pesar de su dolor y guardó como el tesoro más preciado el dibujo que ella había hecho de ambos y el trocito de la puerta de su cuarto que hubo de destruir. Y qué felicidad la suya cuando su mejor amigo, el monstruo verde, logró reconstruir la puerta permitiéndole a Sully reunirse nuevamente con Boo: "Gatito...".
Escribiendo ahora me leo cursi y no me importa. Qué no habría dado yo porque mi padre, a quien quise mucho a pesar de todo, hubiera sido protector (cariñoso lo fue) y, sobre todo, que no hubiera sido ambiguo y confuso en la expresión de su amor paterno.
Y, sí, me declaro culpable del cargo de sacrílega por cometer una "lesión o profanación de cosa, persona o lugar sagrados" al pensar en que podría haber tenido un mejor padre del que tuve. Tengo, además, la clara conciencia de que tampoco soy perfecta: Quizás algún día sea mi hijo quien piense en alguien que podría haber hecho mejor mi papel.
Ojalá por lo menos podamos platicarlo antes que me lleve la muerte.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)